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El pinsapar de la Sierra de Pinar, conocido como pinsapar de Grazalema, es el bosque mejor conservado de este abeto andaluz. Cuando en 1972 lo adquirió el Estado, por medio del ICONA, se abrió al público con un sistema de autorizaciones y cupos por dos senderos: la travesía desde Grazalema hasta Benamahoma y la ruta a los Llanos del Rabel.
Desde que la Sierra de Grazalema se declaró parque natural en 1984, no ha cambiado sustancialmente este sistema, manteniéndose estos dos únicos y muy demandados accesos al pinsapar, de forma que la mayor parte de la zona de reserva del parque natural está cerrada al público.
Pero los miles de personas que recorren la sierra de Cádiz, y la mayoría de sus vecinos, desconocen que hay otros cinco bosques de pinsapos. El segundo en superficie cubre la umbría de la Sierra de Hinojar. Es el único pinsapar privado, por la negativa de la Junta de Andalucía a adquirirlo, aunque colinda con un monte y un camino público, que se encuentra cerrado y usurpado. Este pinsapar es de un enorme valor paisajístico. Desde la cumbre de esta sierra, donde hay una caseta de vigilancia contra incendios, se tiene una panorámica incomparable de la cara norte de la Sierra del Pinar, con su espléndido pinsapar.
En el monte El Taramal, en el agreste circo que conforman las sierras Blanquilla y Zafalgar, se extiende otro bosque de pinsapos, que es el más inaccesible. Y en las tres cañadas que bajan desde Las Lomas, continuación hacia el noreste de la Sierra del Pinar, hay otros tantos pinsapares: las Lomas, Navacete y Madroñal.
Estos montes fueron durante siglos de aprovechamiento comunal de los vecinos de Zahara de la Sierra y las Cuatro Villas -Villaluenga, Grazalema, Benaocaz y Ubrique, que mantenían un término común-, en condominio con el Duque de Osuna. A finales del siglo XIX fueron privatizados. La gestión pública en el último medio siglo ha permitido una importante regeneración y expansión de los pinsapos, y el acceso y disfrute al de la Sierra del Pinar por parte de toda la ciudadanía.
Además de su indudable valor ecológico y paisajístico, estas sierras atesoran un importante patrimonio etnológico e histórico. Cortijadas, chozas, apriscos, caleras, alfanjes, fuentes, pozos de nieve… son vestigios de un pasado no muy lejano en el que estuvieron pobladas, y cuyas principales actividades eran la ganadería extensiva y el carboneo. Una red de caminos públicos y vías pecuarias comunicaban estos núcleos habitados con los pueblos del entorno.
Ecologistas en Acción ha propuesto que el nuevo programa de uso público del parque natural permita el acceso controlado a algunos de estos pinsapares ahora vetados al público, recuperando los caminos tradicionales, hoy casi perdidos por su falta de uso. Esta propuesta ayudaría a descongestionar la presión de visitantes al pinsapar de la Sierra del Pinar, y posibilitaría el acceso de vecinos y senderistas a unos parajes tan bellos como desconocidos. También hemos propuesto la interconexión de los diferentes senderos, como ya existe en muchos parques naturales y nacionales, y una autorización de acceso única a esta red de senderos, de forma que se puedan hacer recorridos circulares o travesías más amplias por la zona de reserva del parque natural, con los cupos y controles adecuados.
La respuesta de la Consejería de Sostenibilidad de la Junta de Andalucía, que gestiona el parque natural, ha sido poco receptiva; sus responsables están anquilosados en la comodidad de la inercia y en el temor a que, con un personal menguante, sean incapaces de gestionar y vigilar estos nuevos senderos. Es lamentable que, en vez de ampliar la plantilla de agentes de medio ambiente, la Junta de Andalucía la reduzca. No es admisible que por falta de dotación de un parque natural se limite la posibilidad de acceso a esos pinsapares por los caminos históricos, y por tanto de un turismo rural responsable que disfrute de sus recursos naturales y culturales, generando actividad económica en los pueblos de la zona. Es como si el Museo del Prado cierra la mayor parte de las salas por falta de vigilantes. Los ayuntamientos más directamente implicados, Grazalema y Zahara de la Sierra, sí han dado su apoyo a este novedoso plan de acceso a los bosques de esta joya de nuestra biodiversidad.
Esperemos que la Junta recapacite y pronto los vecinos de la zona y los miles de senderistas que llegan a este parque natural tengan la posibilidad de conocer esos otros pinsapares y el patrimonio etnológico que atesoran.
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