Tribuna

Amparo Rubiales

Doctora en Derecho

Lo bueno de envejecer

Lo bueno de envejecer Lo bueno de envejecer

Lo bueno de envejecer / rosell

Mi último artículo, el 2 de noviembre pasado -esta vez he tardado en cumplir mi compromiso de un artículo mensual-, lo denominé Lo malo de envejecer, hoy voy a darle la vuelta al título para escribir sobre Lo bueno de envejecer, porque es evidente que envejecer es difícil, pero mucho peor es no hacerlo. Lo bueno de envejecer es que seguimos vivos, y la vida, si tienes calidad, siempre merece la pena.

El anterior lo escribí como consecuencia de un artículo de Almudena Grandes en el que nos decía: "Todo empezó hace poco más de un año. Revisión rutinaria, tumor maligno, buen pronóstico y a pelear." A mí, conté, a primeros de septiembre, en una revisión ginecológica rutinaria, me encontraron un carcinoma de mama, con buen pronóstico y peleando estoy sin problemas.

Lamentablemente, el 27 del mismo mes de noviembre, murió Almudena Grandes, y ha sido uno de los hechos más tristes y relevantes de 2021. Con Almudena se nos ha ido una parte muy importante de nuestras vidas, de la vida de muchas personas de bien, que, afortunadamente, somos mayoría. Hoy Almudena es ya mucho más que una grandísima escritora para pasar a ser un símbolo, el de esa España buena, progresista, de izquierdas, tolerante, respetuosa con todo, pero firme defensora de sus creencias, por las que trabajó diariamente en su fructífera y demasiado pronto truncada vida. Soy torpe para saber expresar todo lo que siento, solo añadiré que Almudena y su compañero de vida, Luis García Montero, son esas dos personas que todos deberíamos ser para un mundo mejor.

Se ha escrito mucho sobre ellos, porque como canta Nacha Guevara: "en la calle codo a codo/somos mucho más que dos". No sé expresar todo lo que quisiera, y le pido prestado a Natalia Junquera su artículo de El País, cuya lectura completa recomiendo, El amor existe. "Se consumen rápido los amores donde falta admiración, y está bien que así sea para devolvernos cuanto antes al carril y a la carrera correctos", pero "Algunas muertes dejan lecciones de vida". "Supongo que estar hundido es un modo de seguir enamorado y de empezar una nueva vida con el amor de siempre", dice Luis. "Almudena y Luis, concluye, son la prueba, para rojos y azules, creyentes y ateos, de que ese tipo de amor, esa forma de vida, fue y es posible".

Pero Almudena, empezando a envejecer, murió; perdió ella, Luis, sus hijos, su familia, sus muchos amigos y perdimos todos; la vejez no tiene buena prensa, y no, no es buena, pero es mucho mejor que la muerte, por eso corrijo: envejecemos todos, eso es la vida, ir paulatinamente envejeciendo; lo peor es la mala prensa que tiene y los problemas que produce el aumento tremendo del envejecimiento sobre el que reflexionamos poco, sin soluciones para abordarlo.

Desde hace algunos años, me denomino una "joven mayor", y cada día compruebo que existen muchas que pueden ser calificadas igual. La última que me tiene fascinada es la grandísima Magüi Mira, que con sus 77 años cumplidos está representando durante hora y media, nada más y nada menos, que el monólogo sobre Molly Bloom, con el que termina el Ulises de James Joyce.

Magüi dice: "En la obra de Joyce no soy Molly Bloom, pero Molly Bloom soy yo". No he tenido ocasión de ver la representación, pero sí de leer y oír lo que se escribe y estoy realmente fascinada. Regresa 40 años después de su primera representación de Molly Bloom. ¿Esto es envejecer? Bendito envejecimiento. Claro que desde sus comienzos ya prometía. De su primitiva Molly Bloom dijo Haro Tecglen que Magüi "era una actriz sin fecha de caducidad", y ahí está, demostrando lo cierto de esa afirmación.

Nuestro común y querido amigo Octavio Salazar también ha escrito sobre ella: "Magüi Mira, que no se resiste a ser borrada del mapa por haber nacido con una agujero entre las piernas, además de por haber cumplido los años que a nosotros nos convierten en eminencias y a ellas las reducen a abuelitas, suelta todo el lastre de Molly con ternura y humor…Y en el aire de la sala, como si una bandera ondease al viento, las heridas abiertas de tantas mujeres y ojalá, sí, ojalá, los interrogantes clavados como puñales en el pecho de los hombres",

Y termino escribiendo de esta "joven mayor" que soy yo, que a mis años, y contra todo pronóstico, cuando estaba en tiempo de descuento, después de haber tenido muchas responsabilidades institucionales y orgánicas, me encuentro con que me eligen presidenta del PSOE de Sevilla, la ciudad de mi vida, y con una Ejecutiva provincial llena de personas, alcaldes y alcaldesas, jóvenes y poderosos, llenos de vitalidad e ideas para cambiar la vida y hacerla mejor. Se ríen de mí porque cuando me reúno les digo lo mucho que he rejuvenecido con ellos. Y como es de "bien nacida es ser agradecida", termino dando las gracias a mis dos secretarios generales, Juan Espadas y Javier Fernández, por haber pensado en mí. Así puedo decir, alto y claro, que Lo bueno es envejecer. Vivir es lo que importa.

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