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Tribuna

José MAría Pérez Jiménez

Inspector de Educación

Más Filosofía

Más Filosofía, sí, pero aquella que nos dote de capacidad para aplicar a la realidad, precisamente, el triple filtro de Sócrates, el de la verdad, la bondad, y la utilidad

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Más Filosofía / rOSELL

Confieso que, cada vez con más frecuencia, me siento atónito, presa de un pasmo mental, ante la sarta de sandeces, embustes y, permítanme el término, memerias con las que se manipula o se pretende manipular a la gente. Representantes políticos, tertulianos de diversa calaña, personajes mediáticos, incluso algunos denominados periodistas, aunque hagan gala de desconocimiento del asunto. Con absoluta falta de criterio fundado, dirigiéndose a los ignorantes crédulos valga el oxímoron, o con una poca vergüenza que sonroja a quienes conservan un mínimo de honestidad, falsean la realidad, ocultan las verdaderas razones de lo que defienden. De esta manera engañan a muchos, sobre asuntos de mayor o menor calado, afecten a cuestiones menores o de trascendencia. Siempre con un argumentario prêt à porter.

Lo más preocupante del asunto es el calado que adquieren, en el debate público, ideas que no aguantan un mínimo contraste, un análisis crítico de informaciones o argumentos. De hecho, el simple paso de los días termina delatando la falsedad de aquellas, pero tarde para reparar el maleficio. La fuerza de la inmediatez y la tiranía de la oportunidad hacen que el daño perdure. Es más, con posterioridad, en la mayoría de los casos ni siquiera se denuncia el atropello cometido. De manera que subsiste la huella de la infamia.

La profusión exponencial del sandio en un mundo aparentemente avanzado, denota que las prácticas de manipulación, aunque con las retóricas de siempre, tienen efectos multiplicativos gracias a los nuevos medios que se encuentran a disposición de una mayoría. Pero lo más preocupante es que son consecuencia de la ausencia de pensamiento crítico, lo que impide poner al descubierto las contradicciones, los intereses ocultos. En fin, la falsedad de contundentes afirmaciones, expresadas con un hábil y perverso uso del lenguaje. Precisamente hace unos días, la catedrática de literatura de la universidad de Sevilla Lola Pons, refiriéndose a Antonio de Nebrija, con motivo del V centenario de su fallecimiento, afirmaba: "Si cuidamos la lengua cuidamos la verdad".

El pensamiento crítico es objeto de la Filosofía que con tanto denuedo se defiende hoy como asignatura para las enseñanzas en la educación secundaria ¿Será verdad que tanto interesa la, por otra parte, más que necesaria disciplina, a los miembros de unos sectores que, aprovechando la ocasión, con tanto interés la defienden ahora? En concreto, algunos políticos o medios de comunicación, hasta el extremo de usarla como punta de lanza para las críticas a una nueva reforma educativa. De ser así: ¿por qué no incorporan a algún filósofo a sus equipos? Salvo error, los filósofos escasean en los nutridos grupos de asesores políticos, o en los consejos de administración de medios de comunicación, y del resto de sectores empresariales o institucionales. En el colmo de la desfachatez, hace unos días, al realizar una defensa de la Filosofía en la palestra parlamentaria, el máximo responsable de un partido político, apodado por un gran escritor español, "el Jinete Desequilibrado", hizo alarde de su ignorancia filosófica al atribuir a los sofistas la ejecución de Sócrates. Lo que por otra parte demuestra que la mera existencia de la enseñanza no garantiza su aprendizaje, al menos en el caso de este montador de equinos.

Defiendo la Filosofía en los currículos escolares, pero como el conjunto de saberes que permita organizar y orientar el conocimiento de la realidad, así como el sentido de nuestras obras. Es decir, la que permita a los alumnos, entre otras cosas, desvelar al impostor, al mentiroso, al deshonesto. Al parecer la que se ha enseñado hasta ahora no lo ha conseguido en su totalidad. Más Filosofía, sí, pero aquella que nos dote de capacidad para aplicar a la realidad, precisamente, el triple filtro de Sócrates, el de la verdad, la bondad, y la utilidad. Es decir, cuando nos vengan a contar algo, establezcamos un diálogo sobre la veracidad contrastada de la información y los argumentos, sobre la bondad real de aquello que nos manifiestan, o sobre lo útil que pueda ser para todos. Más Filosofía, si con ella se pretende que el mundo que habitamos sea mejor. Aunque me temo que esto no se conseguirá sólo con la asignatura, sino que va de depender de lo que digan y hagan muchos de los que, con tanto ahínco, ahora la defienden. A no ser que lo que pretendan sea confundir, enmarañar, tergiversar, con un desprecio absoluto a la verdad, la bondad y la utilidad de la Filosofía.

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