Abandonad toda esperanza. La democracia, dicen, es el gobierno del pueblo, que elige a los que mandan. Sin embargo, si todos estamos de acuerdo, incluso sin criticar lo inevitable de esta realidad, en que los que verdaderamente mandan son los bancos, ¿quién los elige? ¿cómo se controla al máximo poder, al que maneja nuestras vidas y, sobre todo, nuestras haciendas? No puede hacerlo el Ejecutivo, no alcanza a hacerlo el Legislativo. ¿Lo podría hacer el Judicial? Salgan a la calle, quédense en sus casas o recorran los bares, y hagan esta última pregunta. Después del fallo de ayer sobre los impuestos hipotecarios, favorable a los bancos ¿cuánta gente quedará en España que confíe en la Justicia? ¿No deberían, mejor, todos los integrantes del Tribunal Supremo presentar su dimisión por el daño infligido a la democracia? Al menos, así parecería que se les ha contagiado algo de la vergüenza que vive el país.

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