La justicia francesa investiga a un expresidente de su república y antiguo patrón del partido gaullista por asociación de malhechores y financiación ilegal. Nicolas Sarkozy es un buen referente para hacer paralelismos con Pablo Casado: niño prodigio protegido por Chirac hasta que lo traicionó en 1995 apoyando la candidatura de Balladur al Elíseo contra su padrino, al que acabó sustituyendo en la Presidencia en 2007. Sarkozy limpió el RPR de todo vestigio de chiraquismo y hasta cambió de nombre al partido, de la misma manera que Casado, otro político precoz, ha intentado borrar todo rasgo de marianismo del PP español.

A Sarkozy le persiguen los fiscales desde hace una década por corrupción en sus campañas electorales, lo mismo que al Partido Popular se le acumulan pleitos y sentencias por asuntos de similares, el último esta semana. Ahora al marido de Carla Bruni le imputan unos dineros que le habría dado Gadafi, que en sus tiempos fue generoso con partidos europeos de toda condición e ideología. En España también, aunque sólo salieron a la luz las atenciones libias con el Partido Andalucista, que repartía el famoso Libro Verde del coronel entre sus militantes.

Gadafi no estaba solo en ese cortejo a las antiguas metrópolis. Hace dos años, Gabón prohibió que se difundiera en su territorio la cadena pública de la televisión francesa France 2. La razón es que habían reemitido un reportaje, estrenado el año anterior, que calificaba al presidente Ali Bongo como líder autoritario y de dudosa su reelección en 2016. Pero también decía que Ali, y su padre y antecesor en el cargo, habían financiado a todos los partidos políticos franceses sin distinción de derecha o izquierda. Entre padre e hijo han ocupado la presidencia 53 de los 60 años de independencia de ese país africano vecino de Guinea Ecuatorial. El astuto Omar Bongo, muerto en 2009 en Barcelona, sale en una grabación explicando que era íntimo de todos los presidentes de la República Francesa, desde De Gaulle hasta el propio Sarkozy. Las concesiones a las multinacionales y su participación en sus negocios gaboneses han convertido a la familia en multimillonaria.

(Otra moraleja de esta historia es que una televisión pública como la francesa cuenta esas cosas. Imaginen a Canal Sur informando cumplidamente de la sentencia del Tribunal Supremo sobre la Gürtel y de los 245.000 euros que tendrá que devolver el PP de financiación ilegal. Pero en materia de corrupción San Telmo Televisión informa sólo de los escándalos del vecino de enfrente. Repiten los nombres de la Faffe, Isofoton o Acyco. E ignoran a Correa, Bárcenas o Amat).

En lo que vuelven a coincidir las trayectorias de Sarkozy y Casado es que ambos ante la amenaza electoral de la extrema derecha, Le Pen o Abascal, desplazaron el eje de sus políticas hacia la derecha para tapar la vía de agua, en vez de hacia el centro para diferenciarse. Casado padece el síndrome Sarkozy.

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