Al curricán

José Manuel Serrano Cueto

El selu y mi mujer

24 de enero 2013 - 01:00

VOY a mojarme (entiéndanme, por favor). Me apetece hablar de mis preferencias ahora que tenemos encima el carnaval, esa fiesta que desde hace tiempo suelo vivir desde lejos, con esa nostalgia mala que arranca lágrimas al corazón . De siempre, mis chirigotas favoritas han sido las del Love, Yuyu y Selu, pero siento un algo especial por el último, al que también admira mi mujer, Montse, madrileña pero carnavalera. Siempre están con nosotros 'Lo que diga mi mujer', 'Los enteraos', 'Viva la Pepi'… Me he reído mucho con su chirigota (y con 'Las verdades del banquero', of course), pero en los dos últimos años, los que se corresponden con la enfermedad que padece mi mujer, ha cobrado una dimensión nueva. En sus momentos más bajos, la chirigota del Selu recarga las pilas a Montse, la reconcilia con lo mejor de la vida. Puede parecer trivial que una mujer como ella, culta, cultísima, de vez en cuando encuentre en una chirigota gaditana las fuerzas para seguir adelante, pero es así y esto, como comprenderán, tiene un enorme valor para mí. El pasado verano, Montse se quedó con ganas de fotografiarse con el Selu, al que teníamos detrás en la caja de un conocido centro comercial que me da corte, por una educación casi inglesa, mencionar en esta columna. Me lo recuerda mucho: "tenía que haberme echado una foto con él". No tuvimos esa instantánea en la que habríamos salido con las bolsas de los mandaos, poco glamurosos pero felices. Nos gusta el Selu, a lo que iba, porque tiene una manera distinta de cagarse en los muertos de tal o cual, de cantar las 40, de hacer escarnio de los tipos gaditanos (¡qué fino hila el cabrón!)… Su humor no es chusco ni cuando es escatológico. Nos gusta su chirigota porque han conseguido algo difícil, algo difícil en la vida y en el carnaval, que no es sino también la vida (y su esperpento): la camaradería, la unión fraternal. No entendería su chirigota sin los mismos rostros, unos rostros (y cuerpos) que van cogiendo volumen (y no sonoro, sino de masa) año tras año. Valga este artículo para remediar un poquito ese encuentro entre Montse y el Selu, pero, ojo, Cossio, que te asaltaremos, cámara en mano, si te volvemos a ver en la cola de El Corte Inglés (¡uy!)…

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