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Joaquín / Benítez

Un proyecto real y no un dogma de fe

UNA vez que ha quedado resuelta esta incertidumbre que se ha prolongado durante casi cuatro años, ahora queda convencer a los que aún no lo están, que están en su derecho a no estarlo, de que la explanada que se le ha ganado al mar podría ser el impulso definitivo para que el puerto de Cádiz deje un vagón de cola del que tan sólo se salva gracias a los cruceros. Han sido meses de inquietudes y desconfianzas que ahora deberían quedar despejadas si se tiene en cuenta que la UE ha cumplido con una tarea fiscalizadora que debería garantizar que esto es ya un proyecto real y no una obra basada casi en un dogma de fe, en el que se cree o no se cree, sin tener otras señas que un terraplén en el que apenas se observan movimientos.

Ahora queda convencer a esos ciudadanos y a algún que otro empresario que aún piensa que esto nunca debió ocurrir. Pero no debería ser difícil, ya que la cofinanciación de la UE despejará ya, por fin, esa equis que quedaba por dilucidar. A partir de ahí, el efecto dominó despejará el resto de incógnitas. A día de hoy la obra está al día en sus plazos, de manera que en nada de tiempo debería estar lista. De manera simultánea, la obra del acceso subterráneo a la futura terminal de carga va a buen ritmo. A partir de ahí, y ya con el dinero europeo, será cuestión de aguantar una cuenta atrás que se podrá prolongar, como mucho, año y pico. Mientras tanto habrá que retener la respiración y mantener viva la esperanza de que los cruceros sigan contando con Cádiz como puerto de confianza, que Trasmediterránea no rompa con la Bahía como sí ha hecho OPDR, que se recupere por fin algún tráfico con Marruecos, y que definitivamente empresas de total solvencia aspiren a gestionar y explotar esta futura terminal de contenedores. Europa ha demostrado ser lenta pero exigente y no quería fallar con Cádiz y con este proyecto de expansión de su puerto. Ha sido exigente con el plan estratégico que ahora ultima el equipo de José Luis Blanco y con toda la documentación que lleva tiempo pidiendo. Pero la Autoridad Portuaria, tanto su antiguo presidente Barra como el actual Blanco, han sabido estar a la altura. Al menos de momento, porque, ahora queda lo peor, llenar la terminal de contenedores.

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