El Palillero

José Joaquín / león

Un premio tan gafado

CON el sombrero en la mano, y con el debido respeto por el premio y por todos los premiados, pero lo advierto: el Premio Libertad Cortes de Cádiz está gafado. Hay como un maleficio, un sangui, un mal de ojo, un vudú, algo misterioso. Fíjense en lo que le ha ocurrido a otro de los galardonados: el brasileño Lula da Silva, que recibió el premio de 2011. Ayer fue detenido e interrogado, acusado de corrupción, por el caso de la empresa petrolera Petrobras. Raro me resulta que todavía no se haya formado ninguna plataforma gaditana para que le quiten el premio. Aunque sea un político de izquierda, o eso se decía de él antes de las acusaciones.

Esas plataformas buenas para quitar los premios Libertad Cortes de Cádiz parece que las carga el diablo. Primero, nuestro alcalde de casi todos los gaditanos dejó caer, así como si nada, que se le podría revocar el premio Libertad al ex presidente colombiano Álvaro Uribe, por unas cuestiones dudosas. Un detalle bastante feo, por su parte, pues las plataformas gaditanas o se llama a los amigos y se crean, o es mejor callarse. En el caso de los presos políticos venezolanos, la plataforma fue creada. Y basta ver la lista de los creadores para entender perfectamente por qué la han creado.

Ahora pasa lo de Lula da Silva. Este señor, cuando se presentó a la presidencia de Brasil, era un sindicalista, casi un revolucionario, que iba cambiar el país, como tantos otros. Un cambio de categoría, para entendernos. Al margen de sus responsabilidades, Lula da Silva nos caía bien a todos. Era un líder campechano. Y hasta nos pareció justo que le dieran el premio Libertad Cortes de Cádiz. Conste que yo no soy partidario de que se lo quiten. Ya se sabe: "Santa Rita, Santa Rita, lo que se da no se quita". Pero si montan plataformas para quitar, que no paguen justos por trincadores.

El premio tiene algo especial. Ahora acusan a Lula por corrupción. ¿Y los otros premiados? Adolfo Suárez ya falleció. El Rey Juan Carlos ya abdicó. Mario Vargas Llosa ya se divorció de Patricia, y ha pasado a ser el galán de Isabel Preysler, contra todo pronóstico. Nos queda el bueno de Mujica, que era presidente de Uruguay cuando lo recibió en 2013, aunque ya no lo es. Y los venezolanos, que siguen en la cárcel.

El premio se creó para dar prestigio a la ciudad de Cádiz, sus libertades y su Constitución de 1812. En principio, cumplió sus nobles fines. Pero, con el paso del tiempo, el gafe se ve de lejos. Hasta se podría pensar, con benevolencia, en crear otra plataforma gaditana para cargarse este premio.

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