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ser o no ser

José / Guerrero / 'Yuyu'

De poner la otra mejilla, ni hablar

EL fútbol del Cádiz es real, como la vida misma. En la vida, cuando las cosas parecen ir mejor, una bofetada te devuelve a la realidad, a la dura realidad de que la felicidad es más difícil de conseguir de lo que uno piensa. Si se mira de modo frío, la bofetada no gusta a nadie. Te llega de sopetón y sin que le la esperes. En otras ocasiones hay gente que uno adivina desde hace tiempo que ha comprado muchos números para la rifa de la bofetada y, más tarde o más temprano, le tiene que tocar.

No ha sido el caso del Cádiz. Bueno, a medias. Es cierto que el equipo ha tenido resultados mas resolutivos que justos en algunos partidos, pero parecía que le iba cogiendo el tranquillo a la categoría después de tres victorias consecutivas. Pero caer de tal manera ante el Lucena no lo esperaba nadie. dicho todo esto, ¿con qué análisis nos quedamos?.

Pues con uno tan simple como que una bofetada a tiempo obra milagros. El Cádiz, (el de esta temporada y el de otras) ha tenido encuentros en los que se ha creído ganador antes de salir al campo. Y no es culpa de los jugadores, oiga, es una reacción my humana. Cuando uno se acostumbra a ganar, el ego se sube a la cabeza de manera subliminal y le hace pensar a uno (aún sin quererlo) que partir de ahí todo irá sobre ruedas. ¿Y qué es lo que viene entonces?. En efecto: la "bofetá".

Nada grave, créanme. Son leyes de la naturaleza. El mayor peligro de una bofetada no es que te pegue de lleno, sino hacer caso omiso y que te pueda llegar la segunda. En el futbol no se puede, ni se debe, poner la otra mejilla. Después de una bofetada futbolística lo que hay poner es algo de músculo cardíaco y mucho de aquella "parte amembranada y peluda", que decía Don Anacleto a sus Tres Analfabetos. Sí, testiculina o como se diga. Un poquito de rabia para demostrarse, sobre todo a uno mismo, que lo del domingo fue un accidente y que una apisonadora no nos volverá a pasar por encima.

Hoy recibimos al Écija Balompié, un equipo de cuya posición en la clasificación no habría que fiarse. Hacerlo sería ir poniendo ya la otra mejilla, que puede acabar en mejillón si nos relajamos ante otro rival. Afortunadamente, nada mas terminar el partido de Lucena, los jugadores ya se hacían cargo del por qué de la derrota y lo achacaban a la relajación y la falta de intensidad. Ese es el camino. Esperemos que los días pasados no hayan tenido un efecto que diluya esas sensaciones.

Parece que después de una derrota así haya que realizar hoy un partido espectacular en Carranza. Pues no. La afición del Cádiz tendrá sus cosas, pero de fútbol algo entiende. Lo único que se le va a pedir al equipo hoy es entrega y hacer las cosas bien. Cuando el equipo está a la altura y la suerte no acompaña no suele haber en Carranza pañuelos ni abucheos. Les Luthiers tenían una frase que decía: "Hay dos palabras que te abrirán muchas puertas: TIRE y EMPUJE". En el caso del Cádiz esas dos palabras son TRABAJO y PACIENCIA.

No hay más. A ponerse el mono de trabajo y a sacar esto adelante.

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