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desde preferencia

José Joaquín León

Esos pequeños detalles tan importantes

PARTIDO que había que ganar y se ganó, cuando peor estaba la cosa, cuando los fantasmas del fracaso se paseaban por Carranza. Como dicen ahora los entrenadores, los pequeños detalles te pueden marcar un partido. Y así ocurrió en éste. El primero fue un detallazo: poner un partido decisivo, donde se jugaba el Cádiz el todo por el todo, un sábado a las cuatro de la tarde, televisado en directo por Canal Sur y pretender que Carranza se llenara con 10.000 aficionados. Por supuesto, acudieron menos que a otros partidos. Y mientras, el Melilla y el San Roque de Lepe viendo este partido por la tele en el hotel, como si fueran Mourinho, para saber si hoy (que ayer era mañana) deben ganar o la deportividad del Roquetas les facilitaba el trabajo.

Por ese pequeño detalle empezamos a condicionar la tarde. Luego llegaron otros. El Cádiz salió en tromba. López Silva parecía otro López Silva durante 20 minutos y creaba más peligro que en toda la temporada. El gol se veía venir y lo marcó Carlos Caballero, pero el árbitro lo anuló a instancias de su auxiliar. Otro pequeño detalle: los árbitros y los que levantan la bandera, o no. Pero el Cádiz siguió atacando y López Silva falló un gol increíble. Chutó fuera con toda la portería para él. Después bajó el ritmo del Cádiz, hasta que poco antes del descanso, Carlos Caballero, con toda la portería para él, hizo lo mismo que López Silva: chutó fuera, donde nunca es gol.

Se había ido el Cádiz al descanso con un 0-0 injusto, pero hay un pequeño detalle que a veces se olvida: para marcar un gol es requisito imprescindible que el balón vaya dirigido entre los tres palos. Todo lo que pasa por arriba o por los lados, o sea fuera, no es gol. Y el Cádiz dominó, pero no había enviado el balón ni una sola vez entre los tres palos. El primero que consiguió eso fue el Roquetas, por medio de Robles, un defensa largo que se anticipó a la salida suicida de Álvaro Campos. El Roquetas estaba dando una lección de deportividad, venga a correr como locos, porque podían jugar la próxima Copa del Rey y parece que pensaban ganarla. Marcó el Roquetas y lo celebraron con más abrazos que si hubieran ganado la Liga

Ese es otro pequeño detalle: la deportividad de las últimas jornadas, donde el Cádiz suele ser el más despistado. Siempre le salen deportivos por todas partes y no se orientan. Menos mal que al final ocurrió un milagro, que es lo que salva al Cádiz cuando ya está la cosa sin remedio. Por fin, alguien se dio cuenta de que para marcar un gol hay que chutar entre los tres palos. Fue Pachón, que metió el balón en su sitio y empató el partido. Ahí empezó a empujar de verdad el público. Al Roquetas le flojearon las fuerzas, porque con tanta deportividad se habían hartado de correr, y sólo había que verles las caritas para entender que estaban deseando que el suplicio acabara. Pero antes del final, minuto 88, llegó lo mejor: que Velasco, el revulsivo, se sacó un zapatazo increíble pero cierto, de libro vamos, y que además el balón fue entre los tres palos. ¡Adentro! Un golazo.

En la prolongación incluso pudo marcar Pachón otro. El Cádiz había ganado. Y si no se lo hace rematadamente mal el domingo, con esos pequeños detalles, pues peleará por el ascenso.

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