QUÉ son 100 años de historia si el presente es pura basura? Nada. Niente. A un Cádiz en manos de italianos que lo han comprado por dos chavos le tengo poco aprecio. A un Cádiz que casi me deja indiferente sólo le deseo una muerte rápida. A un Cádiz plagado de futbolistas que, salvo alguna excepción, mancilla esa camiseta me niego a sufrirlo. ¿Por qué nos apegamos entonces a esa historia, inflada por otra parte, para negar lo evidente? El Cádiz está muerto. Ingresó en la UCI en esa tanda de penaltis horripilante y terminó de coger el camino del camposanto con una venta a un grupo desconocido que hasta el momento sólo está sirviendo para cumplir las profecías de Pina Nostradamus. "El Cádiz ha firmado su sentencia de muerte", o algo así creo que dijo cuando Muñoz vendió el paquete mayoritario de acciones a los nuevos propietarios. Que Pina se quería quedar con el club gratis, posiblemente, pero ¿cuánto vale un club que debe hasta de callarse?, ¿cuánto vale un club cuya única propiedad son unos campos de entrenamiento y unos terrenos que habría que recalificar situados en medio de una cañada real? Lo más sensato habría sido dejar el club en manos de Pina, que al menos sabía de lo que iba el juego, y firmar un compromiso de pago en el momento del ascenso, porque quizá con él se hubiera conseguido. Hablar ahora de ascenso a Segunda parece ciencia-ficción, y a menos que en el mercado de invierno traigan a una caterva de jugadores de fútbol quedar entre los diez primeros me parece poco menos que imposible. Y que conste que nada me alegraría más que volv er a ver al Cádiz en la LFP. Aquí, los que hemos mamado el cadismo desde chicos, sin que fuera impuesto a golpe de talonario, seguimos sufriendo con este equipo. Cada uno a su manera. Me encantaría verlo renacer, pero si esta historia se ha acabado no habría que prolongar más la agonía de un club que se arrastra por la Segunda B por norma durante las dos últimas décadas. ¿Esa es la historia del Cádiz que defendemos?