en la terraza

Manuel Muñoz Fossati

El milagro del cabrahígo

MOLINA es un hombre del campo, pero al contrario que el de la canción de Manolo Escobar, entiende y sabe de letras. El otro día, en un mediodía reluciente de julio, dos amigos suyos le hicieron un regalo que él catalogó de "tesoro": varios frutos del cabrahígo, esa variedad silvestre de la higuera, en el que anida el milagro y el misterio de la vida. Oyendo a Molina uno se hace más sabio, y más consciente de la sabiduría que aún nos falta, pero lo difícil es transmitir esa ciencia de milenios en lenguaje periodístico ignorante. Al parecer, el fruto del cabrahígo, ensartado como un collar y colgado de las ramas de la higuera común, atrae a una especie de mosquita que poliniza con su revolotear al árbol huésped, logrando que los higos de éste salgan más dulces y comestibles, y que encima no se caigan al suelo fácilmente. El milagro de la naturaleza repetido, primeras manipulaciones de los animales y plantas, una técnica que ya practicaban los antiguos griegos y que a mí me martilleaba, en su maravilloso verbo 'cabrahigar', desde que leí en apacibles playas griegas Jasón y los argonautas de Robert Graves. Cabrahigar las higueras era precisamente utilizar ese señuelo de fruto silvestre para enamorar insectos y lograr una prole que llene las manos del recolector de frutas jugosas . Gracias a Molina, descubrí su significado.

Como Molina, en su venta de El Palmar, está más a mano que las privilegiadas islas de la Hélade, uno de mis sueños de noche de verano sería pasar una tarde bajo su higuera, o quizá bajo el cabrahígo antiguo que tita Ana tiene en su campo de Chiclana, escuchando historias naturales contadas por hombres y mujeres pegados a la tierra, cuentos de bichos y humanos, secretos a voces para hacer que el agua corra mejor por las acequias, que las uvas maduren a su tiempo, que los tomates no se llenen de botritis, que las burras tengan su parto en buenas condiciones o para que los olivos den aceitunas como dios manda. Historias de siglos de evolución humana , de gentes depositarias de la ciencia más antigua, la que cuida de que la tierra repita una y otra vez el milagro igual, inalterable, de que el fruto más modesto, el más resistente, tenga el mismo sabor que deleitaba a los héroes griegos, allí, en nuestro origen, hace miles de años.

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