CRISTIANO Ronaldo atraviesa posiblemente el mejor momento de su carrera. De repente es como si se hubiera hecho madridista, como si ante su guerra fría con Mourinho hubiera advertido que de verdad es importantísimo para el club, que es el jugador franquicia, y ante esa tesitura ha decidido superar todos los récords goleadores habidos y por haber. Tiene a tiro el de Hugo Sánchez, nada menos, y pretende alcanzar al mismísimo Raúl. Pero su aportación va más allá, es una actitud que le confirma como un jugador superlativo, independientemente de que pueda generar simpatías en los rivales. Es un atleta dotado con eso que los americanos llaman talento físico, capaz de haber destacado en cualquier deporte, algo parecido a lo que le pasa a Rafa Nadal.

Pero el arreón goleador de Cristiano ha coincidido además con el apagón que sufre Leo Messi. El genio de Rosario parece estar deprimido entre tanta lesión muscular (significativo que haya coincidido su vuelta a estas dolencias con la marcha de Lorenzo Buenaventura) y tanto follón con Hacienda. No sé si Messi, de tanto obsesionarse por llegar bien al Mundial, al que ha tachado en el almanaque como su Mundial, puede pasarse media temporada en blanco, ni siquiera sé si será bueno para la cita brasileña, pero es evidente que en el pulso anual que mantiene con Ronaldo, el portugués le está ganando por los puntos. Creo que el mejor Messi es mejor que el mejor Cristiano, porque es más efectivo en los partidos importantes, donde se deciden los títulos, pero si el 10 no lleva la sexta marcha metida prefiero la fortaleza física y mental de CR7.

Seguramente este año el Balón de Oro sea para el francés Ribery, que lo ha ganado todo a nivel de clubes y que también es un jugadorazo, pero, repito, actualmente, me parece que Cristiano Ronaldo es el mejor futbolista del mundo en un Madrid que si encuentra el equilibrio será temible.