La maldición de la Aduana

La Aduana es lo único que funciona en esa zona de la Plaza de Sevilla gaditana. Y todo lo demás ha fracasado

Un aficionado al Cádiz misterioso me ha alertado: lo que está ocurriendo en la plaza de Sevilla es como un conjuro, un sortilegio. ¡Es la maldición de la Aduana! Vaya por Dios, y por la revista Nature. ¿Y eso qué es? Pues un maleficio, en el que sólo creemos los supersticiosos y los observadores empíricos. Consiste en que desde que dijeron que había que derribar la Aduana, pues ha ocurrido exactamente lo contrario: la Aduana sigue en pie, la Aduana vive, la Aduana es lo único que funciona en esa zona de la Plaza de Sevilla. Y todo lo demás ha fracasado, o se ha retrasado, o está sufriendo un gafe que no lo aguanta ni la madre que lo parió.

A las pruebas nos remitimos. Allí ha fracasado el aparcamiento subterráneo que iban a construir. ¿Ustedes han visto algún coche aparcando en ese parking? Sólo quedan los de superficie inútil de Renfe, a la vera de la estación. Sí, allí donde iban a construir un parque, con una zona verde que sería la alegría de los ecologistas. ¿Ustedes han visto algún árbol en ese parque? ¿Ustedes han visto la zona verde nueva? Yo sólo veo una zona naranja y otra azul.

¿Y el Museo de las Cofradías de los Talleres de Velasco? ¿Ustedes han visto el Museo de las Cofradías allí? Ninguna exposición se ha inaugurado en ese edificio. Ni se ha colocado la primera piedra, como quería Pepe Blas. Yo aún diría más, y es que el gafe sigue avanzando. Ya va por la Puerta de Tierra. ¿Ustedes han visto cómo está la Puerta de Tierra en su paseo superior? El de Santa Elena está mal, y el de San Roque peor.

¿Y el Mercado Gastronómico de Renfe? ¿Ustedes lo han visto? Bueno, habrán admirado el cartel. De momento, vamos por el modo cartel. Primero se pone un cartel, para animar el cotarro. Después ya veremos. O no. Resulta que Adif tenía un plan para las estaciones, que era como un plan para catedrales laicas ferroviarias. Consistía en convertir todas las posibles en centros comerciales. Pero en algún caso, como el de la Plaza de Armas en Sevilla (la antigua estación llamada de Córdoba) ya les ha salido mal y cerraron casi todas las tiendas. Pues en Cádiz ya veremos lo que pasa, con permiso o sin permiso de Martín Vila.

¿Y el hotel? ¿Alguien ha dormido en ese hotel, mientras se discutía si era muy alto o muy bajo? Yo les digo la verdad: ni José María Esteban, ni Moncho Pérez Díaz-Alersi tienen la culpa de esta maldición. Ellos y los demás del foro Salvemos la Aduana son inocentes. Pero allí la Aduana es lo único que funciona y se ha salvado; y todo lo demás está gafado y bien gafado.

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