UN pacto del grupo parlamentario socialista con IU y los nacionalistas gallegos, en el debate sobre Presupuestos del Estado, amenaza los privilegios fiscales contenidos en la llamada Ley Beckham, orientada en su origen a facilitar que las empresas españolas contratasen a personal cualificado de otros países a los que se eximía de pagar buena parte de sus impuestos. Si la enmienda pactada es aprobada finalmente por el Congreso de los Diputados, los profesionales extranjeros contratados para trabajar en España con ingresos anuales por encima de los 600.000 euros deberán tributar el 43%, como los asalariados españoles del mismo nivel, en vez del 24% que les permite ahora la citada ley. La noticia de la enmienda ha causado malestar y rechazo entre los clubes de la élite futbolística, ya que son ellos los que se hacen cargo de los impuestos de las estrellas que fichan, a las que aseguran cantidades netas para atraerles al fútbol español. Los dirigentes de estos equipos han amenazado con organizar un plante para evitar que la nueva normativa entre en vigor. Consideran que si se aumenta la imposición fiscal, hasta homologarla a naciones como Francia, Alemania o Gran Bretaña, se empobrecerá el panorama del fútbol nacional, ya que muchos jugadores no aceptarían pagar más o bien, en su caso, obligaría a los clubes a hacer desembolsos económicos muy gravosos para sus finanzas. Frente a estas razones se encuentra el interés general de la sociedad, que exige un tratamiento fiscal a los ciudadanos caracterizado por la equidad. Es de justicia que las personas, españoles o extranjeros que residan y trabajen en España, tributen a la Hacienda pública en función de sus retribuciones, sin que el talento deportivo pueda servir como pretexto para consagrar privilegios. De hecho, la norma no elimina las situaciones privilegiadas ya existentes, puesto que no se aplicará más que a los contratos que se firmen a partir del 1 de enero. Los directivos y propietarios de los clubes más poderosos deberán aprender a convivir con esta realidad y no aspirar a vivir por encima de sus posibilidades. Como cualquier otra empresa.

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