LOS dos principales partidos andaluces, PP y PSOE, se dedicaban a airear los escándalos de corrupción, pero cada uno el de los otros, dejando en evidencia que entre esos miembros de la pareja que se reparte el pastel político están dejando el país yermo de ilusión. Digo yo que sin darse cuenta, en el primer debate televisado de esta campaña electoral autonómica, pintaban el mismo cuadro que los partidos llamados emergentes, Podemos y Ciudadanos, a los que sin embargo reprochan su catastrofismo. Paradojas de esta campaña, en la que los de siempre intentan restar credibilidad a los nuevos, pero sin tener mucha que ofrecer a cambio. Los andaluces elegiremos, pero el espectáculo televisivo invita poco al optimismo, y más bien impulsa a levantar un poco los pies por alto, a dar una señal, al menos a quienes no tienen en sus manos más ilusión que la que nos han quitado.

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