La gente no se entera ni quiere

Hemos suspendido esta Navidad tantos encuentros como en la pasada por culpa de la colosal desinformación

La ómicron ha pillado a los políticos en Belén con los pastores. Y como son como chiquillos, nos recomiendan lo primero que se les ocurre. El personal ya no sabe a quién creer, si al gobernante que te da el alta a los 7 días o a la PCR que te indica que el virus sigue contigo. El SAS no dispone de suficientes enfermeros para controlar a los más enteraos, a la vez que aplica la tercera dosis y la vacunación a los menores de 12 años. Ya nos los birlan hasta desde Cataluña con contratos de un año. No olvidemos que se está realizando un rastreo con más positivos sueltos que nunca y que muchos de ellos no han recibido una llamada del rastreador o del médico. El aluvión de contactos estrechos que escapan al control de los centros de salud es tan espectacular, que se han batido todos los registros en tiempo récord. Con ello, las decisiones más duras las hemos adoptado en familia, cada uno con sus miedos, invitando (o no) a cenar a los allegados contagiados siete días atrás, más o menos. La desinformación es tan grande que por temor a la ola de positivos -y pese a que los síntomas sean más leves- hemos suspendido tantas comidas y encuentros como en 2020. El año pasado al menos tuvimos las cosas claras sobre el aforo y la distancia en los bares y restaurantes. Estas navidades, en cambio, han sido un lío.

El presidente Sánchez justifica que no se hayan adoptado medidas mas drásticas a fin de mantener a flote la economía y la salud mental. Si tanto sacrificio sirve para que las autoridades recuperen la razón, habrá merecido la pena. Una prueba de su inconsistencia la ofrece Kichi, por ejemplo, que a la vez que tacha al Gobierno de "irresponsable" por confiar en la ciudadanía para frenar el Covid, confirma el recorrido tradicional de la Cabalgata porque "los gaditanos son gente responsable". Al parecer, somos responsables a tiempo parcial.

Quizá creen que somos tan educados como los suizos y que ganaremos al Covid desde el buenismo. Pero no tienen en cuenta que nos encanta automedicarnos y que quien no cuenta con una farmacia en casa tiene un botiquín de categoría. Al fin y al cabo, ¿quién necesita a un médico teniendo a San Google que todo lo sabe? Hagamos autocrítica porque la gente o no se entera o más bien no quiere. Tras dos años de pandemia, aún necesita que se le explique qué es un contacto estrecho y las medidas a seguir, cuando la inmensa mayoría ya lo sabe, aunque, por las razones que sean, lo ignore. El caso más llamativo es el de los asintomáticos. Muchos piensan que la solución está en hacerse una docena de antígenos sin querer entender que no les sirven para salir de dudas. Han cambiado tanto las pautas a seguir que ni el contacto estrecho sabe ya si necesita PCR o no. Ni siquiera tenemos claro si el pasaporte Covid sirve para algo. ¿Puede un camarero pedirnos el DNI para cotejar el certificado? Llamas a tu centro de salud para resolver dudas y no responden. Menos mal que 2022 ha comenzado, porque peor no se pueden hacer las cosas.

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