El futuro del botellón

El tumulto era la norma. Los vecinos se defendían lanzando zotal y agua y la Policía teníaque intervenir a cada momento

03 de julio 2023 - 00:00

Como en la política local hay un acusado adanismo me veo en la obligación de ejercer de abuelo Cebolleta. Privilegios (o manías) de la edad. Hace algo más de 30 años había un grave problema de convivencia los fines de semana en las calles del centro. La irrupción del botellón (o botellona, como dicen en Sevilla) provocó que grandes aglomeraciones de jóvenes se congregaran todos los fines de semana hasta altas horas de la madrugada, entre peleas, escándalos y suciedad, en zonas como la plaza de Mina, plaza de San Francisco, plaza de Argüelles, Manuel Rancés, calle Rosario y zonas aledañas. Muchos bares que apenas eran una caja de cerillas servían para vender bebidas consumidas en la calle entre voces y altercados. El Ayuntamiento intentó poner en marcha varios reglamentos destinados a regular la insonorización de los establecimientos –dobles puertas y demás– con prohibición de consumir las bebidas en la calle. A pesar de eso el tumulto era la norma. Los vecinos empezaron a defenderse lanzando zotal y agua, la Policía Local se veía en la obligación de intervenir a cada momento. Hasta que se encontró una solución consistente en poner en marcha lo que entonces llamaban ‘polígono de copas’: una zona alejada de la ciudad donde los chavales podían hacer botellón y gritar hasta el alba sin molestar a los vecinos. Ese fue el origen de la Punta. El riesgo era que un lugar apartado se convirtiera en ciudad sin ley, como muchas veces ha parecido. De manera periódica ha habido peleas, algún muerto, algún ingreso en prisión, suciedad y ruido. Según dicen se quiere eliminar la zona de copas de la Punta por otro proyecto –cuyo contenido real no se ha precisado– con el nombre de Chiringuitour o similar. Por regla general desconfío de los nombres rimbombantes y de los proyectos que no se pueden explicar con sencillez y brevedad. De esta forma los chavales volverán al centro y reanudaremos los problemas de los años 80 solo que mucho después. Comprendo que es un problema cultural. Lo veo desde la óptica de la edad provecta: mi padre me obligaba a estar a las 10 de la noche en casa y, como no noto que me haya dejado trauma alguno, quizás deba ir al psicólogo. Tampoco entiendo que la forma de divertirse sea cogerse una tajá cada fin de semana a base de ron, ginebra, whisky, Licor 43 o Jagermeister, cuando no cosas peores. Ser abstemio es una rémora en esta sociedad donde se socializa con un vaso de alcohol en la mano. Desde aquí te lo digo, Bruno, como no resuelvas esto te encontrarás con un problemón dentro de unos años. Todo no se resuelve a base de besos, abrazos y buenismo. Alguna vez que otra hay que mostrar la autoridad aunque provoque el rechazo de algunos.

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