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La esquina

josé / aguilar

La excepción vial

LA siniestralidad vial -los accidentes de carretera, vamos- se han convertido en una auténtica excepción en España. Por partida doble. Por un lado, es la única estadística de la realidad nacional que en los últimos años ha cambiado para mejor; por otro, es prácticamente la única materia en la que la política de Estado no ha variado con las alternativas de gobierno. Casi un milagro.

Resulta difícil, en efecto, encontrar un dato de la vida pública española que no haya evolucionado negativamente. Mires donde mires, te salen cifras que reflejan un empeoramiento del bienestar de los ciudadanos. Excepto si miras el número de víctimas en accidentes de tráfico. Ahí conseguimos un récord apabullante. Fueron 1.128 los muertos durante 2013. Casi como en los años sesenta del siglo pasado, cuando el parque de automóviles era treinta veces inferior al actual. Ese mismo año recién concluido hubo 29 días sin fallecidos por accidente, incluido el de Nochevieja. Desde 2003, con cuatro mil muertes, la cifra sombría no ha dejado de disminuir.

La segunda buena noticia es que los gobernantes no han hecho tabla rasa con las medidas de seguridad vial de sus predecesores. No se han quejado de la herencia recibida ni se han empeñado en desmontarla. Tras comprobar que la política del Gobierno anterior funcionaba, la han mantenido y, si acaso, la han profundizado y mejorado. Un director general del PSOE, Pere Navarro, copió de Francia el carné por puntos, y endureció las sanciones a las conductas negligentes o temerarias al volante. El PP ha seguido en esa línea, además de instalar radares, intensificar la actuación de la Guardia Civil y aumentar las multas.

No se me escapa que la crisis, que hace que circulen menos coches porque la gente no tiene dinero y porque la gasolina no ha dejado de subir, ayuda a que haya menos accidentes, pero también hay que tener en cuenta que las carreteras sin mantenimiento y los vehículos más viejos van en la dirección contraria, favoreciendo la siniestralidad. Una bajada tan radical de la mortalidad en la circulación debe explicarse, sobre todo, por la aplicación de una política correcta que, insisto, por una vez que debiera servir de precedente, practican los populares y los socialistas. Incluso creo que un tercer partido que hipotéticamente les relevase en el poder obraría aproximadamente igual.

También existe hoy mayor conciencia social sobre los accidentes que en el pasado.

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