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El cometa verde

Desde la fría atalaya de febrero no es fácil adivinar el color del futuro Gobierno de la nación

Para cuando vuelva el cometa verde que ahora nos visita, bautizado como C/2022 E3 (ZTF), ya habrá acabado el periodo electoral y habremos salido de dudas en algunas cuestiones de importancia. Esto ocurrirá -lo del cometa- dentro de unos 50.000 años, de modo que los gobiernos de España tienen margen para ir arreglando sus asuntos, no solo para el bien de los españoles, que es lo pedido, sino entre ellos mismos, como parece que está ocurriendo en estos días. Si no nos equivocamos, la batalla decisiva de estos meses se dará, no entre los grandes y medianos partidos del elenco electoral, sino entre los vecinos del Consejo de Ministros. Y ello tanto por la necesidad de distinguirse unos de otros, como por el dulce placer de contemplar cómo cae el enemigo, homéricamente, haciendo resonar sus armas.

Uno se estaría muy bien así, admirándose del misterioso color verde del cometa, o recordando El rayo verde de Verne, o evocando el verde esmeraldino y vivo de algunas estrellas fugaces, cuando abren la oscuridad de la noche. Pero la actualidad celeste tiene otros tiempos, como es sabido, y el meteoro hirviente de las elecciones no tardará más de un año en completar su órbita. Así que en el apresurado entremés del Sí es sí, que el Gobierno quiere rectificar, el señor Sánchez se nos presenta ahora como hombre moderado, centrado, juicioso, etc.; mientras que a la ministra de Igualdad, señora Montero, no le queda otra que defender sus errores, si no quiere figurar como una extremidad flebe y prescindible. ¿Es esta una situación sobrevenida o un episodio electoral minuciosamente calculado? Aun siendo muy ingenuo, solo cabe inclinarse por la segunda opción, donde el señor Sánchez acude en socorro de sus socios, dejándolos en la posición del meritorio bisoño, obstinado e inexperto. Y claro, con este tipo de ayudas, quién necesita agresores.

Dentro de 50.000 años, es probable que aún quede algún diputado del PNV negociando ventajosamente con los extraterrestres. En esto, los visitantes alienígenas no deben llevarse a engaño. En cuanto a los demás, ya habremos abandonado este hermoso valle de lágrimas. El color verde del cometa se debe a su composición química. No así en las estrellas fugaces, que adquieren su color por la velocidad de entrada en la atmósfera. Desde la fría atalaya de febrero ("y la palabra invierno qué sonido de tambor lúgubre tiene" cantó Neruda), no es fácil adivinar el color del futuro Gobierno de la nación. Viendo las diligencias últimas del señor Sánchez, aventuramos que no será color Podemos.

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