Alguien debe haber hecho muy bien su trabajo para convencer a tantísima gente de que el litoral de Cádiz es el paraíso en la tierra, de modo que la gente de interior viene en masa en agosto al paraíso y se encuentra con que en el paraíso no se cabe. La pasada noche del sábado una hilera de cinco kilómetros de coches esperaba entrar en Conil por la carretera de Vejer. No avanzaban porque en Conil no cabía un coche más. Conil es un paraíso de once meses y, al decimosegundo, el infierno. Zahara es un lugar minúsculo que multiplica por 30 su población. Bolonia es una virgen asaltada. Hay establecimientos de temporada en Cádiz que atienden en verano con dos freidoras, una plancha y tres camareros (tal cual). Esperas interminables, nudos de carreteras sin desanudar, negocios sin personal, pisos cochambrosos a precio de oro. A ver si nos morimos de éxito, que para invitar hay que tener la casa preparada. O tener casa.

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