LA selección española inicia hoy la defensa del Mundial conseguido en Sudáfrica. Es el primer paso de un camino que debe llevarla a Brasil, el país más futbolero del planeta, el que cuenta con el equipo más laureado, con el que ha sido durante décadas referente del juego bonito hasta que La Roja ha sido capaz de encadenar tres títulos y ha aglutinado elogios de la gran mayoría de los profesionales del balón.

Si ganar un Mundial es algo único, ¿se imaginan lo que debe ser ganarlo en Brasil? Posiblemente nos hayamos malacostumbrado, seamos pobres hartos de pan, pero soñar es gratis y tampoco fue fácil vencer en Sudáfrica. La base del conjunto de Del Bosque llegará en buenas condiciones a lac ita americana, aunque hay un futbolista que me resulta clave: Xavi Hernández. España se parece a España cuando Xavi se parece a Xavi. Las dudas en el juego español desaparecieron sobre todo en la gran final, cuando el culé tomó las riendas del juego y dijo eso de aquí se va a jugar como yo quiero. Iniesta me parece un futbolista espectacular, pero no tiene tanta influencia en el desarrollo colectivo del juego como Xavi. Un gran partido de Iniesta puede hacer ganar a cualquiera, pero no garantiza un partidazo. Un buen partido de Xavi sí lo hace. Es la clave de un engranaje casi perfecto, un grupo donde la falta de un divo es una de sus grandes virtudes. España llegará con la gran parte de su artillería y sus armas intactas y con algunas gratas sorpresas, como las últimas de Jordi Alba o Beñat, que apunta a jugadorazo y que puede ser fundamental para dosificar a Xavi en el camino hacia el Mundial. Brasil está ahí, a dos años vista, a dos veranos, a dos pasitos como quien dice. Si las lesiones respetan a los hombres que forman la columna vertebral del equipo es posible que España esté en condiciones de pelear por el cetro mundial con los más fuertes del planeta. Y quién sabe, como al destino le gustan las repeticiones a lo mejor habrá otro maracanazo.