El mundo de las ventas de la provincia de Cádiz también evoluciona. Muchas de ellas se han convertido en verdaderos templos del buen comer, en sitios que han ido evolucionando hasta ser considerados como verdaderas referencias gastronómicas de la provincia, pero aún perduran también algunas ventas que conservan el primitivo uso de estos establecimientos, la de ser la salvación del viajero que encontraba de todo en medio de la nada.

Una de las ventas más llamativas que hay en la provincia en cuanto a esto de tener de todo en medio de la nada es la Venta de la Junta de Los Rios. Aunque el establecimiento ha sido levemente remodelado con motivo de haber cambiado de dueño, sus nuevos gestores han tenido el acierto de mantener el espíritu de este establecimiento que además de ofrecer desayunos y luego comidas, tiene una tienda adjunta de lo más curiosa.

Me encanta desayunar en una venta, me hace empezar el día con ganas, con ilusión. La manteca colorá es mi ginseng particular pero en este establecimiento situado en el término municipal de Arcos, en un cruce de carreteras, que es donde están las ventas buenas, conservan una curiosa tienda donde se pueden comprar desde gorras, hasta navajas o cántaros para tener en casa el agua fresquita.

Todos los espacios están aprovechados. Encima de la barra ofrecen pan de pueblo y molletes junto a dulces y si miras hacia el techo ves una llamativa colección de gorras de las de la paño, de esas que mantienen la cabeza calentita en tiempos de frialdad.

En la tienda adjunta que tienen se pueden ver hasta muebles de madera y una colección de paellas de todos los tamaños incluidas las rosquillas para proporcionarle fuego uniforme al arroz, pero a mi lo que más me gusta es una impresionante colección de ollas y cacerolas de todos los tamaños, de esas de color marrón, de las que te imaginas en tus sueños rellenas de albóndigas en tomate.

Atención también a las fuentes de barro de Lebrija de las que se utilizan en Jerez para servir el ajo caliente. Este plato servido en estas especies de tazones ganan mucho y parecen que están como mucho más buenos.

Estos espacios deberían recibir también el calificativo de monumentos que hay que proteger, porque son espacios irrepetibles en los que no solo disfruta el sentido del gusto, sino que te producen una sensación de felicidad difícil de repetir.

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