Urnas y nervios

Como son unas elecciones de verano, van a pesar más que nunca sensaciones y sentimientos

El adelanto electoral en plena apoteosis veraniega está siendo muy discutido. Personalmente me place que se ponga el proceso electoral a los pies del caballo blanco de Santiago. Socialmente hay un factor cuya importancia ha crecido: la motivación para votar. Al resultar mucho más difícil, elevará exponencialmente el peso del impulso sobre el resultado. Esta vez hay más obstáculos que saltar.

Este factor todavía se verá multiplicado por la desconfianza que las recientes elecciones han traído sobre el voto por correo. Extrañamente Sánchez ha advertido que se pondrá en duda la legitimidad de los resultados por parte de la derecha y que, tras las elecciones, habrá un asalto al Congreso. Vaya. Roza la paranoia y, en cualquier caso, su deber no es fungir de profeta, sino garantizar las condiciones para que se disipe la desconfianza. Si en su bola de cristal ve follones, razón de más para que los prevenga. Pero, mientras tanto, mucha gente dejará de votar por correo y, de ellos, bastantes se sentirán impelidos a viajar para votar presencialmente. Los más motivados.

Tanta importancia de la motivación perjudica a Sánchez. Si ponemos en una balanza los sentimientos de los españoles, hoy pesa más el antisanchismo que ese antifascismo que el resistente se ha propuesto activar.

Ayer, sin ir más lejos, tuve una deliciosa velada literaria alrededor del relato de Solzhenitsyn La casa de matriona. Naturalmente hablamos de la resistencia civil a la tiranía y yo encomié el método del nobel ruso: no decir nunca una mentira y ser conscientes de nuestra responsabilidad individual, porque “la línea que separa el bien del mal no pasa entre Estados, ni entre clases, ni entre ideologías, sino que atraviesa el corazón de cada ser humano”. Mis letraheridos, con los que llevo 10 años de largas tertulias sin haber hablado de política ni una vez, replicaron: «No decir una mentira…, ¡y votar en julio!». Y recalcaron: “La línea esa pasa por el corazón, vale, pero después de haber pasado por las urnas, eh”. Capté el sentir.

Se equivocaría Feijóo si, por temor al antifascismo que se ha sacado de la chistera Sánchez, echase un jarro de agua fría al sentimiento anti-Sánchez que recorre España, primando su alergia aVox. El estado de ánimo colectivo siempre es vital en unas elecciones; en éstas, con un puente de por medio, resultará decisivo. Distraernos del antisanchismo es peor que hacernos votar en julio.

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