La firma invitada/el nuevo curso político y económico

Miguel González Saucedo

Tiempos difíciles

Hacer algo de pronto, sin estudio ni preparación. Este es la definición quela RAE le da al verbo improvisar. Verbo que creo que definirá la coyuntura de los próximos meses si no cambian las tornas. Anuncios de ayudas a desempleados sin saber ni el cómo ni el cuándo, decisión de subir los impuestos, líneas ICO que no han llegado a las empresas (porque los bancos prefieren colocar sus propios créditos o renegociarlos a cambio de conseguir un mayor interés), Planes E que no crean empleo productivo…El Gobierno va dando palos de ciego y mientas Francia y Alemania empiezan a recuperarse de la crisis, nuestro país ha registrado una nueva caída del PIB y sigue siendo líder en la UE en lo que a destrucción de empleo se refiere, doblando la media europea. Las previsiones apuntan a una tasa de paro del 20% a finales de año, con cerca de 5 millones de parados.

Esta crisis que comenzó como un tornado se ha convertido ya en un auténtico tsunami: empezamos por el sistema financiero y el sector inmobiliario le siguieron la industria y el comercio hasta llegar a la niña de nuestros ojos, el turismo, y alcanzar finalmente al Estado, el cual ha pasado del superávit al déficit, absorbiendo los créditos de la banca para poder hacer frente a este desbarajuste. Se está inyectando liquidez a costa de déficit y deuda pública, lo que puede llevarnos a una situación más complicada aún de la que estamos ahora. ¿Dónde están los brotes verdes? Parece, sin embargo, que todos los que advierten de la necesidad de diseñar de forma urgente medidas estructurales para solucionar esta situación están equivocados.

Están equivocados el FMI, la OCDE, el Banco de España y la Comisión Europea. Sólo el actual Gobierno parece tener la llave que permite salir de la crisis frente a todos estos organismos que llevan ya demasiado tiempo avisando de la necesidad imperiosa de que nuestro país afronte medidas estructurales y lleve a cabo una reforma del mercado laboral. Y mientras el Gobierno se decide a usar la llave, siguen cerrando empresas con el problema añadido de que el 90% del empleo que se destruye corresponde a las pymes, mientras que la ocupación en el sector público ha ido creciendo en los últimos años. Si no se adoptan las medidas necesarias, todo apunta a que viviremos un otoño difícil. Y entre estas medidas, la más urgente es la de inyectar liquedez a las empresas para generar empleo productivo.

El Banco Mundial corrobora que efectivamente esta es la medida más efectiva para crear empleo y en un estudio realizado por esta institución acerca de la relación entre iniciativa emprendedora y acceso al capital, España se encuentra en el puesto 27 de un total de 50 países. Además de esta necesidad de crédito, los empresarios también pedimos a la administración que sea más ágil y efectiva a la hora de solucionar el problema de la morosidad de la administración con las empresas. Para ello hemos solicitado la compensación de deudas entre administraciones y la eliminación de las garantías provisionales para participar en los concursos públicos, con el objetivo de mejorar las difíciles circunstancias por las que atraviesan las empresas. La batería de medidas ha sido ya expuesta hasta la saciedad: diseñar un marco fiscal que incentive la inversión y el empleo (España es uno de los países de la UE en el que la actividad empresarial cuenta con una mayor carga fiscal y las empresas españolas están entre las primeras de la UE en financiación del gasto social), mejorar la formación, teniendo en cuenta que España invierte el doble en subsidios de desempleo y jubilaciones anticipadas que en reciclar a la gran cantidad de demandantes de empleo. Y junto a muchísimas otras cuestiones que nos preocupan, como el suelo industrial, las infraestructuras o la necesidad de reabrir el debate de la energía, me gustaría señalar la importancia de que el final del verano traiga consigo el comienzo del diálogo social. La línea roja se ha colocado en las reformas estructurales que muchos se niegan a aceptar y que son fundamentales no sólo para salir de la crisis, también para tener en el futuro una economía competitiva. Reformar el mercado laboral y adaptar los costes salariales a la productividad, la competencia internacional y la coyuntura económica es de vital importancia.

Si nuestro mercado laboral es más rígido y contamos con mayores barreras para iniciar un negocio, si los costes laborales, la inflación, el impuesto de sociedades y las cotizaciones sociales son mayores que el resto de países de nuestro entorno, si los niveles de formación no están a la altura de los países de la UE… ¿cómo vamos a sobrevivir y contar con una economía competitiva? Muy a mi pesar me temo que la salida de la crisis se sitúa en un horizonte aún lejano si en lugar de improvisar no se adoptan de una vez por todas medidas estructurales, medidas de calado, para atajarla ¿Otoño caliente? Ya el verano lo ha sido y lo será el otoño, el invierno y algunas estaciones más de las que tenemos por delante. Es difícil poner fecha concreta al final de la crisis, pero es fácil adivinar que no será pronto si se siguen improvisando medidas puntuales para salir del paso. Como ya he mencionado en más de una ocasión, este toro de la crisis no puede abatirse desde la barrera. Seamos capaces, de una vez por todas, de bajar al ruedo.

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