Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

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José Pettenghi

SobaccoRoad

LA suerte que tiene la alcaldesa: la verdad absoluta coincide siempre con lo que ella piensa. Un poné, ha hecho un censo buenísimo, en el que Cádiz ni está envejecido ni pierde población ni nada. Nos ha costado una pasta, pero hasta le salen 15.976 habitantes más. Y es que los de Estadística son unos torpes y unos rojos que no quieren ni a Teófila ni a Cádiz.

Igual con la bronca política: cuando a ella le dio la gana se acabaron los gritos, los malos modos y los brotes sicóticos. Desde entonces esto parece una reunión de boys scouts. Bastó que ella dijera "Quiero un Cádiz basado en la lealtad y la confianza". Aunque me estremece sólo pensar qué es para Teófila la lealtad. O la confianza.

Y ahora cuando llega el verano, la temporada alta dicen, es la hora de sacar pecho, de fardar de grandes realizaciones. La realidad, sin embargo, es que Cádiz se asoma a un horror estival masificado, a la grotesca pantomima de unas vacaciones. Pero este cutremónaco es adulado por la oficialidad gadita, sus pelotas y trepachepas, con floridos piropos pemanianos. Puro cloroformo.

En efecto, la bandera azul de la playa se ha quedado corta y lo mismo piden el premio Príncipe de Asturias para los chiringuitos, esas filantrópicas entidades, tradición y seña de identidad del Sur, tan nuestras y que generan tanto empleo. O solicitan un nuevo record Guinness al mayor número de sillas de playa por habitante. Sí, la silla de playa y el sobaco al aire son los supremos emperadores de esta ciudad veraniega a su pesar, protegida del sol bajo miles de sombrillas de propaganda. Aletargada, tal vez como los jornaleros de aquel Sur deprimido e ignorante, gente sin futuro, que retrató Erskine Caldwell en su inquietante novela Tobacco Road, con posterior peliculazo de John Ford.

Ya ves, demasiado rollo demagógico desde un chalet en El Puerto para colarle de estrangis a esta ciudad crepuscular, pasiva, ensimismada y prostática, el cuento de que vive el éxtasis de un paraíso playero. Pero no, esto es Sobacco Road.

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