HACÍA bochorno la semana pasada, pero no era por ese tiempo casi veraniego del que se disfrutaba en casi toda España. Más bien, esa impresión térmica estuvo motivada por la que se ha llamado operación Púnica, en la que resultaron detenidos alcaldes, ex alcaldes, concejales, funcionarios, empresarios y hasta el ex secretario general del PP en Madrid, Francisco Granados. Esta redada ha sido la gota de agua que hace rebosar el vaso, porque era el último tema de todos los relacionados con la corrupción y el trinconeo, que han ido apareciendo de un tiempo a esta parte. Tanto rebosó el vaso que movió a Esperanza Aguirre a dar una insólita rueda de prensa, en la que admitió su responsabilidad por haber confiado en Granados y pidió perdón por haberse equivocado. Al día siguiente, fue el presidente del Gobierno quien entonó, en una sesión del Senado, su propio mea culpa, ante las conductas de esa serie de desvergonzados.

Todo esto, unido a los escándalos de la Gürtel, los ERE y los cursos de formación en Andalucía, el tema de la UGT, el caso de los Pujol, las tarjetas opacas y la larga lista de aprovechamientos ilícitos de cargos públicos, han originado un impresionante estado de cabreo entre la inmensa mayoría de los ciudadanos, agudizando el ya palpable desapego entre electores -por ahora- y elegidos. Preocupante el tema. Tan es así que hay que abordarlo sin más retrasos, y hacerlo a pecho descubierto, aunque duela, porque ya no caben contemplaciones ni se puede consentir el echar balones fuera.

Son principalmente el PP y el PSOE los que tienen que demostrar más altura de miras, y más arrojo, a la hora de reconducir esta situación, porque son los más afectados, porque son los únicos que, hasta ahora, han gobernado en España, y los que tienen medios y recursos para hacerlo. Esta altura de miras no consiste en cerrar los ojos ante lo que el otro haya podido hacer, pero tampoco es el meter en la llaga ajena y olvidarse de la propia. Y si no hay pacto, algo habrá que hacer.

Con el corazón en la mano, los partidos pueden hacer mucho, a nivel interno, si se lo proponen de verdad, si no se andan con contemplaciones ni cálculos electorales, ni miedo a las influencias internas, ni respeto a los feudos territoriales. Se lo pondrían muy difícil a cualquier aprovechado. Dentro de un partido se ven muchas cosas, y más si te quieres enterar. No se puede seguir con los ojos cerrados y hay que quitarse la venda.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios