Es habitual iniciar el año con nuevos propósitos. Con el tiempo lo normal es que no se cumplan, apareciendo una frustración más o menos intensa. Un propósito generalizado es el de perder peso. Pero con las fiestas el organismo se ha habituado a comer en exceso y lo que se consigue es volver a la ingesta normal, con lo que el peso no se pierde, pero tampoco se gana más.

Otro propósito es aprender inglés, algo indispensable hoy día, pero nunca llega el día de apuntarse a un curso, y como no se aprende solo, se convierte en otro despropósito. Ahorrar siempre viene bien. Para ello lo primero es reducir gastos, y ahí están los problemas. Con el ritmo de vida actual parece que la única forma de ahorrar es obtener ingresos extra, por ejemplo mediante la lotería o las quinielas. Pero estos juegos nunca tocan, precisamente por no jugar, claro como hay que reducir gastos.

Dejar de fumar es casi indispensable. Un propósito que choca con el convencimiento del fumador de que puede dejarlo cuando quiera. Así el momento de querer se aplaza todo el año.

Sería ideal inventar una comida con la que se pierda peso y una mañana despertarse hablando inglés y sin ganas de fumar. Si además nos regalan 20.000 euros, todos los propósitos se verían cumplidos. Pero la realidad es que los despropósitos ganan casi siempre.

Creo que es mejor hacer lo contrario. Comer un día sin pan y luego hacer el propósito de comer menos. Buscar una palabra en el diccionario de ingles. Les regalo una: stream. Significa arroyo. Es curioso que arroyo suena a agua corriendo, y stream no suena a nada, pero el inglés es así. Compartir esa palabra y luego buscar otra. No aprenderán inglés, pero sabrán más inglés que antes. No coger el autobús un día e ir andando. Luego proponerse ahorrar dinero.

Tampoco así se conseguirán los propósitos descritos, pero no se lamentarán y uno será algo más feliz. Y ser feliz sí que es un propósito muy importante. También es un deseo, y desde estas líneas les deseo un año 2010 lleno de felicidad.