POR trece votos de diferencia y sin pañuelos verdes, han echado a los toros fuera de Cataluña. Dicen que los venenos tienen dos elementos: uno positivo y otro negativo. Lo positivo en el caso que nos ocupa es que unos catalanes se han movilizado, han movilizado a los ciudadanos, han recogido 180.000 firmas y han presentado una iniciativa popular que su Parlament se ha visto obligado a debatir y a votar, con el resultado que todos sabemos. ¿Para cuando una iniciativa popular andaluza para que se vote lo que nos hace falta? Lo negativo, es que toda esa movilización haya servido para prohibir algo. Mas que un atentado a la fiesta de los toros, es a la Democracia con votos nacionalistas, electoralistas, separatistas y mucha demagogia.

Mientras tanto, ¿qué han hecho los taurinos? Unos vendiendo, otros organizando festejos, y los que mandan, exigiendo emolumentos, ganaderías, y compañeros de cartel. ¿Quien le hace caso a unos pocos chalaos antitaurinos? Solamente los aficionados han estado denunciando abusos, errores, y anunciando el peligro que se ceñía sobre una Fiesta que está perdiendo pureza por todos sus poros, sin que nadie quisiera oírlos. Ahora que le han visto las orejas al lobo, piden ayuda. Reuniones, manifiestos de desagravio, Mesas del Toro, Himno Nacional en los cosos, España Cañí, y petición a la ministra de Cultura para que les echen una mano. Como el Pisuerga pasa por donde pasa, aprovechemos para sacar la fiesta del Ministerio del Interior. Fuera la policía. A propósito ¿alguien le ha preguntado a los veterinarios qué piensan sobre el tema? Ayuda ¿para qué? Para que en la mayoría de los festejos,los cronistas taurinos empiecen su información de una forma casi idéntica: "festejo marcado por el pobre juego de los astados, sin fuerza y faltos de raza" etc. En vez de quejas, los taurinos tienen que sentarse cara a cara con la autoridad, veterinarios, aficionados, y diseñar el futuro de la Fiesta. Fuera llantos.