Sin acritud

Mauricio / García

Pocas canas bajo los capirotes

LOS jóvenes prefieren salir cargando, tocando en una banda o de acólitos". ¿En cuantas tertulias hemos escuchado este tipo de afirmaciones cuando se ha tratado sobre la escasez de hermanos que visten túnicas en los cortejos procesionales? En más de una, pero quizás en pocas de ellas se ha planteado la siguiente pregunta: ¿Y por qué ocurre esto?

Desde mi ignorancia de eterno aprendiz de cofrade no sabría tampoco darle respuesta a esa pregunta. No obstante, lo que sí me llama mucho la atención es, a excepción de algunas cofradías (la mayoría de negro), las pocas canas que se ven debajo de los capirotes en las filas de hermanos en Cádiz; por lo que no vestir la túnica no es sólo un problema de jóvenes, sino también de los que más años llevan en la hermandad.

No culpo a los más antiguos de las cofradías de la escasez de hermanos en las filas de nuestro cortejos, pero sí los insto desde aquí a dar ejemplo, a salir, a enseñar al joven la importancia del hábito de la hermandad. Quizás el ejemplo lleve al contagio y consigamos entre todos prestigiar lo que ahora mismo casi es "cosa de chiquillos". Quizás sea hora de emplear las horas de tertulias en explicar lo que significa o debe significar el hábito para un cofrade.

Muchos pensarán: ¿Y lo dices tú, capataz y cargador? Sí, lo digo yo, hermano antes que nada y admirador hasta casi la devoción de la intimidad de un antifaz y de la mirada anónima clavada en la llama de un cirio sujeto por unas manos que juguetean con la cera. Un enamorado de cada uno de los hermanos de fila que salen con un cirio.

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