SUS arrugas en la cara y las canas que asoman en la cabeza contrastan con su indumentaria juvenil que llevan muchos de los que coinciden con él en el bar de copas. El libro de su vida se mantiene en la misma página desde hace más de 20 años. Ha visto a sus amigos casarse, tener hijos y todas esas cosas de las que ha tratado de huir desde hace mucho tiempo. Vive con un cuerpo de pureta la vida de un joven universitario, de la que sólo ha desterrado el botellón porque ya no está para pasar frío en la Punta en el duro invierno. Es un claro caso de síndrome de Peter Pan, el ser que vive apegado a una época de la vida y no evoluciona como persona. A los amigos de su edad que lo han abandonado en sus juergas les cuenta lo maravillosa que es su vida, sus correrías nocturnas, las resacas infinitas y los secretos de alcoba pero detrás de todo eso se esconde su compañera más fiel, la soledad.

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