José De Mier Guerra /

Pepe el de la venta

Los recuerdos de hace tiempo, cuando debiera de tener de 10 a 15 años, no sé por qué razón se me agolpan y entremezclan en la sesera y me tengo que esforzar para ponerles fecha con exactitud. Las tardes de entonces realmente comenzaban cuando salía del colegio, pasaba un rato por casa para coger la merienda mucho pan y una onza de chocolate y corriendo a la alameda de Lora para aprovechar la luz que quedaba para jugar a la pelota con muchos amigos a "marro", al "salto a la pared" o a "las bolas",

En muchas ocasiones me era necesario esperar un rato para merendar, pues mi madre y hermanas, que se encargaban de suministrarme el condumio, tenían, de manera imprescindible, que terminar de oír la novela, aquellos seriales lacrimógenos: Lucecita o Ama Rosa, que se radiaban en la cadena SER por Matilde Vilariño y Pedro Pablo Ayuso con la dirección de Guillermo Gautier Casaseca. Recuerdo más que los nombres los sonidos que se emitían, lo mismo que la "musiquilla" de aquellos anuncios del "negrito del Cola-Cao", las pastillas "Okal" para el dolor de cabeza, el detergente "Norit el borreguito" o el imprescindible "Vicks vaporub" para descongestionar el pechito. Toda la familia alrededor de la mesa camilla, en el centro la radio y muchas tardes con ellas estaba Rosa "la costurera" siempre unida a la máquina de coser "Singer ". No sé la causa por la que recuerdo en muchas ocasiones una conversación que mantenía Rosa con mi madre sobre un sobrino que se llamaba Pepe. Ella comentaba que era un muchacho que "valía muchísimo" y que se quería casar y "establecerse por su cuenta" (qué bonita expresión de emprendedor). Había estado embarcado en el "Villa de Madrid" y conocía bastante bien lo que era un bar y la restauración. La nave citada era de la compañía Transmediterránea y la dedicaba por los años sesenta a promocionar cruceros; en 1962 partió de Valencia en uno de 16 días, que llevó hasta Grecia a muchos de los invitados a la boda del actual Rey de España. En aquel crucero ya iba trabajando Pepe Ariza Rodríguez. Desembarcado ya con oficio y después de casarse se hizo cargo, por el año 1964, de la "Venta la Alegría", la más cercana a la ciudad. Consiguió con la ayuda de su mujer y familia promocionarla y la mantuvo hasta el verano de 1978. Tal vez fueron esos catorce años los más florecientes de aquella "venta".

Pepe, como buen emprendedor, entendió que para conseguir su proyecto no solo era necesario trabajar muchas horas sino que había que organizarse, gestionar bien las compras y los precios e irse adaptando a las necesidades de los clientes, todo con la mayor sencillez , al mismo tiempo que con inmensa constancia y el mejor de los talantes.

Analizó el futuro y acertó acercándose a la Barrosa, al Carrajolilla, donde en el verano del 78 fundaba la "Nueva Venta Alegría". Continuó con su sistema de dar de comer dentro de sus instalaciones y proporcionar la misma calidad a los que la necesitan para llevar a casa, mientras con una pequeña tienda de ultramarinos se atiende a las necesidades más urgentes de muchos que viven y habitan en los alrededores.

Acertó al involucrar a la familia en el negocio y hoy en la explotación del establecimiento están conviviendo tres generaciones, lo que me parece que solo ha sido posible por la capacidad, tolerancia y habilidad de los fundadores Pepe y María.

Nunca le conté, en las muchas ocasiones que estuve con él, ni se lo podré contar ya pues Pepe nos dejó hará para cuatro años, aquella conversación que yo le escuché a su tía Rosa y la fe en su triunfo que ella tenía y yo tuve desde entonces. Tal vez a muchos estas pequeñas cosas les parecerán una tontería pero yo estoy convencido de que muchos como "Pepe el de la venta" son los que verdaderamente han creado Chiclana y que su manera de trabajar, su buen hacer constante, su estilo con mucha humildad y su sensibilidad de ser útil a los demás "sirviendo", en el más digno sentido de esa palabra, se merecen mucho más que estas torpes letras.

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