Editorial

El PP nacional daña al PP andaluz

LA secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, dijo ayer, al término de la reunión del comité ejecutivo nacional, que esta formación política designará a su próximo candidato a la Junta de Andalucía cuando sea "conveniente", añadiendo: "y no es por ahora". No es eso lo que piensan numerosos líderes del PP andaluz y la práctica totalidad de los analistas de la política de esta comunidad autónoma, que contemplan con sorpresa la tardanza del partido gobernante en solucionar sus problemas de liderazgo en una región de la importancia de Andalucía, en cuyo territorio se ventila en buena medida la victoria o la derrota en las elecciones generales. Cuando los andaluces, en marzo de 2012, otorgaron al Partido Popular un triunfo insuficiente en los comicios autonómicos que hizo dimitir a Javier Arenas como presidente del partido, la dirección nacional se apresuró a buscar una salida a la crisis haciendo elegir como sustituto al juez en excedencia Juan Ignacio Zoido, que había acabado con doce años de alcaldes socialistas en Sevilla y gozaba del apoyo generalizado de la militancia. Fue una solución improvisada que, a medio plazo, se desveló fallida. El motivo fundamental es que la prioridad política y personal de Zoido radica en lograr su continuidad al frente del Ayuntamiento de la capital andaluza, y él mismo se ha encargado de aclararlo en privado y en público. Ello hace materialmente imposible que se dedique al duro ejercicio de la presidencia del PP y, mucho más, le inhabilita para ser candidato cuando haya elecciones a la Junta, es decir, a intentar ser el presidente de todos los andaluces siendo, como es su legítima ambición, el alcalde de los sevillanos. Se ha producido, pues, una crisis de liderazgo que tiene desconcertada a la militancia popular en Andalucía y empieza a cuartear la unidad de los líderes provinciales de la organización. Dicha crisis, que parece evidente para todo el mundo excepto para Cospedal y Rajoy, se ha agudizado tras el relevo puesto en marcha por el PSOE andaluz, que se materializará esta misma semana. Involuntariamente el PP está concediendo a la nueva presidenta de la Junta, Susana Díaz, la capacidad de anticipar las elecciones autonómicas cuando le parezca conveniente a sus intereses y, en concreto, la facultad de sorprender a un PP que, además de no haber logrado la presidencia en 2012 pese a su triunfo relativo en las urnas, carece de un liderazgo asentado que le permita acudir a los comicios desde una posición sólida. El empecinamiento de la cúpula nacional del PP está causando un daño difícil de calibrar, pero sin duda fuerte, a un PP que sigue teniendo en Andalucía su gran asignatura pendiente después de treinta años de autonomía.

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