Por la calle del silencio

Paloma / García

Olvido

Olvido llega sin que nadie la llame. Ella llega casi en silencio y se apodera de todo poco a poco, con un hambre insaciable y nos va desnudando de aquello que más importante nos parece para recordar en el futuro. Olvido va apagando los momentos que contamos en repetidas ocasiones, como el cariño que atesoramos, como las sensaciones satisfactorias de olores, de sabores, de esas pequeñas grandes cosas que revivimos con el paso de los años.

Olvido es llamada a veces con insistencia para que borre los episodios que tanto daño nos han hecho y que anulamos con su ayuda para que el corazón siga latiendo, cerrando la herida con tu parche, Olvido.

Entonces nos damos cuenta que tenemos un almacén precario de buenos y malos recuerdos. En ocasiones ni siquiera somos conscientes de lo que queremos que se fije en nuestro mapa, en nuestro currículum de esta carrera que es la vida. Otras veces crees que es lo mejor que puede pasar para poder seguir viviendo, como si todo fuera nuevo, un nuevo comienzo.

Antes de que se apodere de mi almacén de recuerdos y se siente sobre mi corazón, dejándolo vacío de mi infancia, mi juventud, mis desvelos y mis sueños, que alimenté con las gafas puestas para verlos mejor, quiero que sepa, Señora Olvido, que he visto durante años cómo jugaba conmigo y nunca me venció, porque los que me conocen saben que hay cosas en mí difíciles de borrar. No conseguirá que borre las sensaciones, los momentos, los perfumes, las amistades, los amores… Y lo digo hoy, que estoy viendo cómo te estás acomodando cerca de mí, implacable y severa, sin que nadie te llamara.

De tu mano llevas la ignorancia, te acompaña el desaliento y te vistes de incomprensión. Mirarte a los ojos, Olvido, es difícil. Ver tu oscuro vacío asusta, pero mientras quede un solo recuerdo no habrás vencido y ahí estaré yo, luchando con pasión para lograr vencerte.

Nadie te ha llamado.

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