GANAR a los del norte tiene un regusto especial. Aquí y en Pekín. La derrota de los ricos siempre da menos pena, la mayoría de las veces porque su soberbia les hace mirarse las tripas para ver qué ha fallado antes de reconocer las virtudes del rival. Por eso, cuando aquel dios futbolero bajito, que para mí siempre será el mejor que he visto en un campo de fútbol, sencillamente porque mis ojos adolescentes tendían a magnificarlo todo, convirtió al modesto Napoli en campeón de Italia disfruté en casa de mi amigo Landi oyendo esa canción que repetía una y otra vez la hinchada en el San Paolo: O mamma mamma, sai perche' mi batte il corazon? Ho visto Maradona, ho visto Maradona, eh, mamma', innamorato son. Pues sí. Todos nos enamoramos de aquel argentino y de un equipo modesto capaz de ganar dos Scudettos, una Copa de la UEFA y una Copa italiana. Después de muchos años de sequía, de jugar con cinco atrás, de fichajes fallidos, el equipo napolitano vuelve a brillar de la mano de un español al que pronto elevarán a los altares como si fuera San Jenaro. Rafa Benítez, ese técnico al que menospreció el de siempre, el sobradito portugués, está realizando un temporadón e incluso ha conseguido firmar el mejor arranque liguero de su historia, superando a aquel equipo fabuloso de los Maradona, Alemao, Careca, Carnevale o Zola. Siempre he sido un poco del Napoli, como lo soy del Arsenal antes que del Manchester United, pero este año más aún viendo a jugadores españoles protagonizando sus éxitos. Siguiendo a Callejón uno se pregunta si no tiene sitio en La Roja sustituyendo a un Navas que no brilla en el ManCity. Faltan muchas jornadas, pero lo que están disfrutando los hinchas del Napoli o la Roma, los equipos que protagonizan eso que en Italia denominan el derbi del sur, ya no se lo quita nadie. Luego puede que llegue la Juve de la industrial Turín y los adelante, pero puede que no, y entonces, ¿habrá triunfo más bello?