EL sistema 3x1 que se utiliza para numerosos torneos veraniegos es una lamentable patochada, válida para que las empresas organicen triangulares con partidillos entre tres equipos de empleados (solteros, casados y viudos) pero indigna de ser utilizada para el que un día, cada vez más lejano en el tiempo, fue el Trofeo de los trofeos y ha llegado a convertirse en un trofeíllo de tres al cuarto.

El nombre del Trofeo Ramón de Carranza viene depauperándose desde hace ya bastante tiempo por culpa de unos carteles infumables que no se acercan, ni por asomo, a los que sirvieron para que la cita gaditana alcanzara reconocimiento mundial durante décadas ya muy pretéritas. Valga como botón de muestra el del año pasado, con Osasuna, Rayo Vallecano y Nacional de Madeira. La presencia del nombre de este modesto club luso en el palmarés causa incluso sonrojo.

En la última edición se unieron el cochambroso sistema de marras y la contratación, sin costes, de un Atlético Tetuán cuyo atractivo sólo llevó a las gradas a inmigrantes de ese país que viven en nuestra provincia. Es de esperar que tras el hito de traer al primer equipo africano de la historia no se ocurra a los organizadores ampliar su hazaña en 2014 montando un torneo con el primer asiático (Kenji Chikaoka podría encapricharse y apretar para darse el gustazo de que participe una escuadra japonesa) y el primer oceánico (esto supondría ya el despiporre).

Alessandro Gaucci, sin duda insatisfecho por el cartel del Carranza 2013, quiere contar el próximo verano por todos los medios con el Fluminense y la Roma para comenzar cuanto antes a recuperar el prestigio. Si no se consigue algo así, más vale no organizar más el Trofeo que continuar emborronando un historial que llegó a ser glorioso.

En todo caso, mejor a un partido que un 3x1. El Cádiz hubiese sido subcampeón en lugar de tercero.