El Palillero

José Joaquín / león

Minutos de gloria

PRESENTAR una moción de censura en el Ayuntamiento de Cádiz, en estos momentos, sería como matar mosquitos a cañonazos. Kichi tomó posesión como alcalde el 13 de junio, día de San Antonio, un santo al que se reza para encontrar novio. Pero Kichi no ha encontrado una pareja (política, por supuesto) que le permita gobernar. El PSOE lo colocó en la Alcaldía, para echar a la señora Martínez, pero Fran le viene dando calabazas desde entonces hasta Halloween, y lo que te rondaré moreno. En realidad, al único que le interesa una moción en el Ayuntamiento de Cádiz, actualmente, es a Kichi. Si le dieran un cajonazo, llegaría a la apoteosis en el papel que ha escogido en este Carnaval municipal: el de víctima de los otros.

Tenemos en puertas unas elecciones generales, que llevarán a unos pactos, sean los que sean. Y después vendrá la Cabalgata de los Reyes Magos, y el Carnaval y la Semana Santa, y el verano; y en un plazo de un año se verá si han arreglado la vivienda y el empleo con los planes que han aprobado. Así que hasta entonces, como mínimo, olvídense de las mociones de censura.

El Ayuntamiento de Cádiz está en el periodo de los minutos de gloria. Un pleno de 14 horas (que es como una final del Carnaval de las antiguas, con cinco grupos compitiendo) da para muchos minutos. Y la frase es del propio alcalde, cuando se estaba discutiendo en el último pleno a ver quién había sido más amigo y mejor compañero de Jesús Gargallo, recordado sindicalista y concejal de IU. El alcalde dijo que había sido compañero suyo, y María Fernández Trujillo, concejal de Ciudadanos, le replicó: "Y mío también", y ahí fue cuando el alcalde le soltó a la concejal riverista: "¡Ea, pues ya ha tenido su minuto de gloria!".

Entonces llegó la bronca de Fran González, que le riñó al alcalde. De manera que todos tuvieron sus minutitos de gloria, hasta que se llegó al turno del público, recogido por Sánchez Reyes (más en su faceta chirigotera que en la periodística). Fue cuando el Cumbres pronunció su frase lapidaria, que puso la guinda a ese pleno: "En Cádiz, decir cabrón o hijo de puta no es un insulto". Sobre este buen ciudadano, el mismo que protagonizó otro minuto de gloria en la plaza del Palillero, ha escrito la edil Eva Tubío en Facebook con mucha simpatía.

Entiendan que si Fran González acepta ahora un pacto, o una moción, sería como decirle que se ponga la soga al cuello, y que la apriete él mismo. Mientras Cádiz aguante, tengamos en paz estos minutos de gloria. Ya vendrán tiempos peores.

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