La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Juanma, tenemos un problema con arturo

El hombre invisible está en el Palacio de Altamira. Corta las cabezas con precisión de charcutero cuando se le pide cuarto y mitad de salami. Pocos lo ven por la sede de la Consejería de Cultura, pero está con su rostro escapado de una viñeta de Martín Morales. El hombre invisible tiene las muñecas gordas como el tobillo de un borrico a la hora de firmar los ceses. Hay que reconocer que en sí mismo representa algo originalísimo en política, un auténtico valor añadido: la autoenmienda. No le vale la gente que estaba en la Consejería a la que ha llegado. Bueno, dicen que ha llegado porque nadie lo ve por el Palacio de Altamira. Don Arturo Bernal está para lo que está, que es el turismo. La cultura le importa lo mismo que a un servidor los resultados del hockey sobre patines. La verdad es que el presidente ("Llamadme Juanma") podría haber apostado por una Consejería de Cultura que se defendiera por sí sola con un consejero en exclusividad. Pareciera que le estorbaba, o que sencillamente se le olvidó, o tal vez que el elegido se le cayó como ese señor que fue alto directivo de banca y que alegó incompatibilidades para no asumir la cartera que se le ofreció el día de la rueda de prensa que comenzó con hora y media de retraso. Uno ha esperado el tiempo necesario para tener una perspectiva propia de la cosas. Ni provincianismos, ni localismos, ni amiguismos, ni mucho menos corporativismo. El consejero de Cultura, señor Bernal, tiene todo el derecho del mundo a elegir a sus asesores. El mismo que los demás a opinar en libertad. Aquí lo insólito es que el mismo Gobierno andaluz se haya sometido a una autoenmienda. O no hay partido, o no hay criterio, o Bernal es un genio que se ha ganado en tiempo récord su capacidad para volar libre, en cuyo caso solo cabría felicitarlo. Chapeau. O dicho en castellano: ¡Bravo! (Juan). Si Patricia del Pozo ha sido una consejera de Cultura solvente, que lo ha sido, y se supone que por ese motivo se le ha endosado la alta responsabilidad de la cartera de Educación (lo del Desarrollo Educativo que lo compre el cortesano de guardia), ¿no valía nadie de su equipo para seguir trabajando en el área? ¿No valían María del Mar Sánchez Estrella, Pía Halcón o Eva Díaz Pérez, tres señoras que atesoran eso tan raro en la gestión pública como es tener criterio propio y experiencia? ¿Ni una de las tres, don Arturo? Pareciera que el señor Bernal ha afeado la política cultural del primer Gobierno del cambio. Porque no le ha valido nada ni nadie. Tenemos un monstruo o un problema, presidente. La muñeca del borrico, gran animal.

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