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Encuentros en la academia

José López Ruiz

El Instituto Laboral y Eloy

HACE un año que por estas fechas esa gran persona y recalcitrante amigo que es Eloy, tuvo la gentileza de reunirnos a un grupo de antiguos alumnos y profesores del llamado y conocido Instituto Laboral, para obsequiarnos, con la largueza que le es característica, a un desayuno en un bien conocido Bar de El Puerto, en los alrededores de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen. Allí estuvimos reunidos una serie de amigos, cuyo mutuo conocimiento se remonta a hace alrededor de más de sesenta años -ahí es nada-, que es el tiempo que hace que nos unió aquel inefable Instituto. Fue fundado siendo alcalde Luis Caballero Nogueras, y Manuel Martínez Alfonso su primer director.

En aquellos tiempos de penuria educativa de El Puerto, pese a los meritísimos esfuerzos de los Colegios Nacionales y de las Academias Poullet, Cárdenas, Juan Díaz, etc., el Instituto fue el primer centro en el que se impartieron enseñazas oficiales de Bachillerato Elemental y luego del Superior. Pero es que no solo impartió enseñanzas sino que difundió al grupo de alumnos y profesores que las siguieron, un espíritu de amistad y confraternidad que todavía hoy persevera aun al cabo de muchos años, tal como es el gesto que hoy comentamos.

Por eso es impagable el esfuerzo de aquel alumno aglutinador de rememorantes afectos -cuyo agradecimiento al Instituto proclama a boca llena en cada ocasión que se le presenta- para reunir y alimentar la llama del recuerdo fundacional del referido Instituto.

La amistad es un tesoro, que puede que hoy que ande escondido entre flagrantes abrazos de euforias esporádicas, salidas de situaciones indirectamente emergentes. Pero hay quien, felizmente, todavía hoy la practica realmente. Y no mediante dichos abrazos, hasta algunas veces fugazmente sinceros, sino en la realización material, efectiva y permanente, de ocultos sentimientos consolidados y persistentemente querenciales, tal es el caso del amigo que me ocupa en estas líneas. Y lo digo aun a trueque de que no le guste la exaltación sobre lo que estoy hablando.

Hoy, al cabo de un año de dicha reunión, me ha parecido obligado reivindicar la existencia de dicho Centro de Enseñanza, que felizmente continúa su labora educacional en la misma Sede, así como el agradecimiento a quien tuvo el gesto recordatorio. Agradecimiento que sirve, al mismo tiempo, para testimoniar lo mucho que El Puerto debe al llamado Instituto Laboral y a sus fundadores.

Gracias Eloy.

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