NO soy católico, ni creyente, pero eso no me impide celebrar algunas fechas del santoral cristiano, únicamente porque me acuerdo de personas a las que quiero y amo. La más destacada de las fechas que elijo es la del 8 de diciembre, y animo desde aquí a sumarse a esta celebración a quienes tengan motivos, yo los tengo. Nunca tuve el empeño necesario para ser hábil en la conquista del amor, y mi naturaleza enamoradiza sufría reveses por la manifiesta torpeza. Sin embargo en una ocasión sentí que debía poner lo mejor de mi mismo para no perder el amor que me llenaba de felicidad, algo desconocido hasta entonces por su desmedida, y no estaba dispuesto a perderlo, a dejar de disfrutarlo. No fue una tarea fácil, pero esta vez puse el empeño necesario, y mi amor fue correspondido. Debería ser una asignatura obligada identificar y reconocer lo que las personas con las que convivimos a cortas distancia nos aportan, lo que nos ayudan a ser mejores personas, a alcanzar metas, y entre ellas la felicidad y el amor. Es cierto que esta asignatura no existe, y que muchas personas sufren de infelicidad por no practicar en esta materia, y que otras muchas buscan sus felices mejoras entregándose a creencias y dogmas más fáciles de llevar.

Yo soy un hombre muy afortunado, feliz de amar a la persona a la que he apoyado para que alcanzara sus metas, respetándolas siempre, y recibiendo mucho más de lo que le daba. Sigo disfrutando de una felicidad forjada en un amor por como somos, no por como nos gustaría que fuéramos. Hace poco decidimos que era el momento para sumar a nuestra fiesta un par o dos de nanos, y de nuevo la vida fue agradecida con nosotros, muy agradecida. Hoy nos amamos y amamos, también queremos, y todo muy terrenal y racional, lo que ayuda mucho a mantener la salud. Doy las gracias a Violeta Parra por escribirla, y a Mercedes Sosa por cantármela.

Gracias a la vida que me ha dado tanto/me dio dos luceros que cuando los abro/perfecto distingo lo negro del blanco/y en el alto cielo su fondo estrellado/y en las multitudes a la mujer que yo amo.

Pronto alcanzaré las 400 lunas llenas como la que alumbraba aquella noche de julio cuando descubrí a mi amor, y hoy tengo un buen motivo para celebrarlo.

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