puente de ureña

Rafael / Duarte

Funcionarios

POBRE barquilla mía, entre peñascos rota, sin velas desvelada, y entre las olas sola…Decía Lope y decía bien porque parece que canta la realidad actual, con crisis y todo, de todo el pueblo español y de los dráculas, chupatintas, que por lo visto somos todos los funcionarios.

Nunca bien vistos desde aquellos covachuelistas de palacio en tiempos de los Austrias hasta los funcionarios de partido, Becquer fue uno, nombrado a dedo, censor de novelas con González Bravo, en cuyo despacho parece ser perdió el primer manuscrito de sus rimas, el libro de los gorriones…

Zapatero nos descontó, nos mermó, nos dejó temblando, cuando la Junta de Andalucía anda incursa en recursos contra demócratas y colados, agradecidos y colocados, todos de la era Chaves-Griñán, con la anuencia sin renuente de los sindicatos, millonarios sindicatos, mientras que los funcionarios de carrera éramos sacrificados en aras de desconfianzas, subterfugios y sofismas que nos convertían en carne de sacrificio, picota social, privilegiados de quita y pon.

Ohé. La Universidad Pompeu Fabra, ya saben el eslogan, MAS es menos, ¿lo cogen, verdad?, ha facilitado un estudio en el que matizan que las investigaciones demuestran "que los partidos de izquierda tienen más porcentaje de gente sin una profesión propia". Es decir, a dedo y a bulto, sindicalmente colocados, sin especialidades ni profesiones punteras.

Pobre derecha mía. Le van a calentar la calle, las orejas, -la crispación es el arte porcentual, en el que un dos por ciento de moral mas un cuarenta y ocho por ciento de indignación y un cincuenta por ciento de envidia, mueven a las masas contra las masas- documentados contra chiquichancas, plus minusve, mientras los enterados se frotan las manos, donde la impunidad toma su trono. Ole, cojones, qué bien.

Qué bien. Le van a dejar a Arenas una calle, de izquierdas, bajo el síndrome de la impotencia aprendida, que dicen los filósofos actuales que no es otra sino aquella en la que las personas se inhiben, se cabrean y se depresionan, -perdonen el palabro- cuando creen que sus esfuerzos son inútiles, o que producen un ejemplo contrario al deseado, en los que la izquierda ninguneadora es experta, desde este cortijo de hace mas de treinta años.

Ah, y entre las vejaciones del de la cara gorda y los dedos sindicalmente alzados contra los que todavía no están, me gustaría aclararles que no eran precisamente funcionarios los que llenaban las galerías comerciales el otro día.

Pobre barquilla mía, juguete de las ondas, verdad es que en la patria no es la virtud dichosa, ni se estimó la perla hasta dejar la concha.

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