Cuarto de Muestras

Folklóricas reales

Como todo mundo noble muestra indiferencia a la riqueza

La corona del rey de Inglaterra se queda corta con la majestuosidad con la que se ha tratado siempre a las monarcas de la canción española, las folklóricas. La faraona, la reina de la copla, el príncipe gitano, la más grande, la que menos y la que más tiene cuando menos un "doña" por delante, muestra clara de reverencia y jerarquía. A nadie extrañe aquella letra de Tani, por cuyas venas corre, cómo no, sangre real y que dice: "En las cuevas que hay en Graná/ha llegado de tierra lejana/ como reina en carroza real/una niña princesa gitana". Como todo mundo noble muestra indiferencia a la riqueza y por eso, sólo existe un diminutivo en la copla, el de Paquita Rico, por su apellido acaudalado. Se ha visto con Carlos III, en las casas reales los hijos no heredan el cariño del pueblo hacia sus padres, por eso Conchita no era doña Concha ni Lolita, Lola, ni Rosalía, Estrellita Castro que parece su madre espiritual.

A mí me da por esas grandezas aristocráticas del artisteo, que es un querer y no poder y desde chica he anhelado haber sido folklórica. Me imagino lo que pudo ser mi carrera siendo más simpática que La Pantoja aunque con menos arte haciendo el paseíllo por los escenarios, menos racial que Lola Flores pero con su mismo arranque, más elegante que Marifé de Triana pero menos dramática, menos impostada que Rocío Jurado pero sin su poderosa voz, más espabilada que Carmen Sevilla pero sin su belleza, más fina que María Jiménez pero sin su sensualidad, más enamoradiza que Pastora Imperio pero incapaz de bailar como ella ni de enamorar nada menos que dos toreros, a El Gallo y a Gitanillo de Triana, menos loca que Marujita o casi lo mismo. Envidiosa sería, como todas ellas.

Ya se me ha pasado la edad, pero, hasta hace nada, me decía a mí misma, verás como un día cuelgues la toga, te plantes la bata de cola, te destroces la vida con un amor de esos malos y triunfes en los escenarios cantando romances muy sentidos de celos, desamores y tragedias. Podrías, como La Pantoja, mandar mensajes con las letras y todo el mundo te entendería, porque claro, así cualquiera. Pero no, los años han pasado y me he quedado sin debutar. Qué se le va a hacer. Todavía me descubro defendiéndolas de sus amores de trapisonda o disculpando a sus hijos imposibles. No hay día que no cante por lo bajini eso del Pena, penita, pena "Si en el firmamento poder yo tuviera…"

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