La cornucopia

Gonzalo Figueroa

Escándalo

EL vocablo que utilizo en el título de esta columna arranca del latín, y el diccionario de la RAE, ya en su primera acepción, lo describe como "acción o palabra que es causa de que alguien obre mal o piense mal de otra persona", concretándose más adelante la definición cuando es "activo", considerándolo "un dicho o hecho reprensible que es ocasión de daño y ruina espiritual del prójimo". Viene a cuento este dramático inicio puesto que durante mi largo ejercicio profesional del Derecho, siempre pensé que lo peor que entraña una suspensión de pagos es su efecto o consecuencia social. Porque, sea producto de una crisis o resultado de un desacierto financiero, más que las pérdidas monetarias para los acreedores, que ya es decir, pesan los quebrantos morales que trae consigo para un deudor honesto o para una colectividad que, generalmente, tiende a escandalizarse al suponer que se ha originado irregularmente, aún cuando la buena fe se presuma.

Las cavilaciones anotadas nacen de la publicación del impago de sus deudas por parte de las empresas vinculadas al presidente de la patronal española (CEOE), Gerardo Díaz Ferrán, que El País de ayer señala bajo un epígrafe espectacular: "El juez obliga a Díaz Ferrán a suspender pagos y le quita el control de sus bienes".

Sin embargo, hasta ahora, ni las deudas de Marsans ni Air Comet, así como de otras empresas indirectamente relacionadas con su insolvencia, han inclinado al mencionado financiero a renunciar a su cargo de presidente de la CEOE, con el agravante que, según el auto del juez competente, "el único bien del deudor que consta en las actuaciones es la vivienda", no obstante que sobre esta "pesan cinco solicitudes de embargo distintas"(El País).

No soy nadie para moralizar ni criticar deudores, ni menos a aquellos cuyos movimientos desconozco. Pero no dejo de desconcertarme con la curiosa simultaneidad de tanto compromiso con el ejercicio por el señor Ferrán de su cargo de cabeza visible de la CEOE, que es la expresión pública de los financistas y empresarios más importantes de España. ¿Implicará que estos últimos se identifican con el señor Ferrán?

Aunque recurra a menudo a su imaginación, no resisto recordar aquí al inefable Bierce, cuando en su diccionario definía al deudor como "una persona valiosa, en cuyo favor las finanzas nacionales deberían ser manejadas de forma adecuada con el propósito de desvalorizar la moneda corriente". Toda una justificación para la CEOE.

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