Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Al curricán

josé / manuel / serrano /

Engoyipado

SUBIDÓN, subidón, subidón…! Desde que anunciaran los nominados a los Goya de este año, el firmante está engoyipado con tantos elogios, enhorabuenas y cariñitos que está recibiendo. Me niego, por eso, a dar rienda suelta a mi lado más macarra, a ese que podría despotricar contra quienes nos han enviado mensajes amables cuando antes no nos hicieron ni puñetero caso. No, no quiero. Me quedo con la alegría de mi mujer, Montse Gómez, coguionista de Contra el tiempo, con el rostro entusiasmado de Antonio Mora, Antonio Mayans y Lone Fleming, tres de los actores con los que compartí el momento de la noticia, con la ilusión manifiesta por teléfono de Carlos Bravo, Ricardo Palacios, Mabel Escaño y Cándida, viuda de Aldo Sambrell, con el merecido triunfo personal y profesional de Carlos Taillefer, mi productor… Y es que no, no me da la gana hacer hincapié ahora en todas las negativas recibidas, en todas aquellas entidades, públicas y privadas que o no nos dieron nada o ni siquiera nos recibieron, motivo (la falta de apoyo económico) por el cual, por ejemplo, nos fue imposible rodar en Cádiz… Prefiero quedarme con el orgullo que han sentido mis padres, hermanos, primos y amigos, ese "te lo mereces" que me envió Elena Anaya por sms, la alegría de Eugenio Martín, marido de Lone y enorme director (su El precio de un hombre es para Quentin Tarantino uno de los mejores westerns jamás rodados), la felicitación del enorme ser humano que es el cineasta Gerardo Olivares o la de nuestro Paco Periñán… ¿Hay lugar ahora para recordar a ciertos periodistas nacionales que nos han ninguneado? No, no, porque quiero recordar la voz sinceramente emocionada de Pilar Vera, periodista de este periódico a la que conozco desde hace tantos años, cuando me llamó el pasado martes, o ese tweet de José Pardina, director de Muy Interesante, anunciando mi nominación… No es hora de pensar en los festivales que no nos quisieron, en algunos casos con motivos absolutamente lícitos, en otros con excusas peregrinas y en ocasiones con silencio, porque prefiero recordar el estreno de una tarde de abril en Málaga, esa noche de Alcances en un Cádiz que anhelé desde Madrid o aquel día en ese Sitges que adoro. Me quedo con lo bueno, qué caray. Y esto, paisanos, ya no me lo quita nadie.

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