CON la solemnidad propia de la celebración del Día de Andalucía, el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, hizo ayer en su discurso institucional una justa defensa del modelo de Estado autonómico que consagra el Título VIII de la Constitución de 1978. Al cumplirse 30 años de la aprobación por unanimidad del proyecto de Estatuto por los diputados andaluces de 1981, que el 20 de octubre de ese año refrendarían los ciudadanos en referéndum, Griñán recordó que ningún otro pueblo como el andaluz tuvo que pasar tantas pruebas para acreditar su derecho a la autonomía plena y que, además, no lo hizo para buscar privilegios, sino para garantizar la igualdad de todos los españoles. Ante las voces que en los últimos meses ponen en cuestión el modelo territorial español, desde el Gobierno andaluz, su máximo referente consideró que Andalucía no ha de ser inmovilista respecto al sistema. Pese a ello, Griñán acertó al advertir del peligro que entraña acometer ese debate desde posiciones más extremistas: de un lado, quienes defienden el regreso al centralismo y la derogación del Título VIII, y quienes, por el lado contrario, pretenden que del Estado autonómico se pase a un sistema que elimine las transferencias interterritoriales y cree marcos fiscales propios e insolidarios. Coincidimos con Griñán en que "un debate en estos términos sería la forma más segura de arruinarlo". En ese contexto, el presidente hizo una defensa del modelo autonómico, de los logros que, gracias a él, ha conseguido no sólo Andalucía, sino todo el conjunto del Estado; del papel que el 28 de febrero de 1980 jugaron los andaluces para garantizar un sistema que da las mismas oportunidades se viva donde se viva en España, pero sin obviar hoy un debate que sirva, no para desnaturalizar el modelo, sino para mejorarlo. Y no dudó tampoco en hacer una defensa de la participación y la actividad política, tan presente en el origen del Día de Andalucía, porque es un elemento imprescindible en un sistema democrático.