ME encanta participar en todas las fiestas que se celebran en El Puerto. No me meto tan de lleno como mi admirado Manolo el Polvorón, pero sí que salgo para ver todas las procesiones, cabalgatas o lo que se tercie.

Yo soy de las que les llevan nardos a la Patrona, les gusta ver cómo hacen la alfombra de arena y sal, esperan para ver los fuegos artificiales el día de la Virgen del Carmen, en fin, todo lo que sea fiesta de El Puerto me gusta y mucho.

Este sentimiento me lo inculcaron mis padres y yo hago lo mismo con mis hijos, porque si nosotros no mimamos nuestras fiestas, nadie lo va a hacer. Lo último ha sido la celebración del Corpus y he de reconocer que estaba el centro, y la plaza de España, impresionantes, tan engalanado todo y con tan buen gusto.

La pena es que sólo pueda estar un día todo adornado cuando lo que nos gustaría es tenerlo durante todo el verano, aunque sé que eso es inviable: por lo costoso que sería el mantenimiento y por los vándalos que hay, que no dejarían ni una maceta con vida.

Por otro lado, y por poner una pega, me ha dado mucha pena la poca participación que ha habido de altares y balcones para entrar en concurso. El motivo está claro: para poder participar había que montarlos la noche del sábado y, claro, tenían que quedarse un grupo de personas toda la noche haciendo guardia, y la verdad es que eso se podía haber evitado.

Espero que el año que viene se tome nota de lo ocurrido y se haga todo lo posible por resaltar más esta fiesta, que visto lo visto debería de incluirse como uno de los atractivos turísticos de interés de El Puerto, porque aunque no tenga la categoría del Corpus de Zahara de la Sierra, que tiene varios siglos de antigüedad, hoy por hoy poco tenemos que envidiarle.

Así que desde estas líneas quiero agradecer a todas esas personas que han hecho posible que el Corpus de este año haya lucido en todo su esplendor. Y por supuesto, dar la enhorabuena a todos esos niños y niñas que han recibido este año por primera vez a Jesús.

Gracias por leerme.