ASÍ es posible. Creyendo. Sufriendo. Con esfuerzo. Y solidaridad. Y orden. Y ganas. Así uno llega a preguntarse ¿por qué no? Incluso los más pesimistas, como yo, los que, ojalá, deseamos tragarnos nuestras palabras de todo el año a palo seco, sin un mal grano de sal que las acompañe. Cachito a cachito del Diario. Qué ricas estarían. Se me hace la boca agua de solo pensarlo. Porque son muchos años ya de sufrimiento, y todo tiene un límite, y hay veces que un hasta aquí llegamos es hasta necesario. Pero es que el Cádiz de las dos últimas semanas me ha hecho creer. Ante el Ferrol en casa no me convenció. Me pareció timorato, discreto en sus recursos, aseadito atrás pero poco más. En Galicia y ayer sobre todo consiguió contagiarme entusiasmo. No por el juego, que yo nunca les he reclamado a estos jugadores que la toquen como si estuviéramos en Primera, pero sí que he pedido ganas, firmeza en las entradas, en los cortes, decisión en los desmarques, atrevimiento, elecciones correctas y orden, también orden. Ante el Racing de Santander las dudas las tuvo Munitis, que no sabía si ir o quedarse hasta que fue tarde. Creo que el Cádiz, al menos hasta que les aguante la gasolina a David Sánchez y Mantecón, puede ser un conjunto interesante si le pone agallas. Porque claro que se puede, nada es imposible en esto del fútbol, que le pregunten si no a la Grecia que se coronó campeona de Europa en Portugal, o al Leicester, supuesta carne de segunda categoría inglesa y que a base de orden y creencia se ha coronado en una de las gestas más bellas de los últimos años.

El Cádiz tiene opciones y debe aprovecharlas. Al menos jugando con las ganas y la concentración del domingo pasado será posible, tendrá su oportunidad en Santander, y luego que pase el siguiente. Porque ya puestos, qué más da el rival. El fútbol es un estado de ánimo y el Cádiz se ha sacudido al fin la depresión. Porque la tristeza es un vicio del que hay que huir cuanto antes.