EL Observatorio Económico de Andalucía (OEA) ha hecho público esta semana su último informe, en el que ha dado la voz de alarma ante la pérdida de convergencia de nuestra comunidad con el resto de España. Y lo que es aún más grave, ha alertado acerca del aumento de la brecha existente entre Andalucía y otras regiones del país desde el inicio de la crisis. La evolución de la economía andaluza permite afirmar a los expertos que existen "síntomas de debilitamiento" y aunque para 2015 se calcula un crecimiento del PIB del 3,1%, superior al previsto, para el año que viene Andalucía estará por debajo de la media nacional. ¿A qué se debe que la economía andaluza haya perdido un 3,5% de convergencia el último año respecto al resto de España y un 11% sobre la Unión Europea? Sin duda, hay muchos factores puramente macroeconómicos que explican esta desaceleración frente a otras regiones, desde la bajada del precio del petróleo a los ajustes específicos realizados dentro del Pacto de Estabilidad. Pero no hay que dejar de lado otros de tipo político e incluso cultural, puestos de relieve también por el OEA, como son la gestión administrativa y empresarial que han llevado a Andalucía a su situación actual. La continua fuga de talentos formados en la comunidad o incluso las dificultades de las pocas empresas e industrias referentes -como el caso de Abengoa- demuestran que el entorno económico no es el más adecuado, pues no sólo no se genera actividad sino que la poca que existe no se mantiene. Hacen falta cambios en las políticas económicas, tomar decisiones de calado, valientes y eficaces, con estímulos a la inversión y a la innovación pero sin trasladar el mensaje de que cualquiera puede hacerse acreedor de esas ayudas, sino sólo aquellos que apuesten de verdad por competir en unos mercados cada vez más exigentes. Ya no vale hacer lo mismo para sobrevivir en el entorno económico actual. Para poder crecer, hay que distinguirse del resto.