Análisis

Melchor Mateo

La vía de agua entre Kichi y Vila

La decisión del alcalde de intervenir en las terrazas de La Palma desacreditando a Martín Vila puede tener consecuencias en el futuro

José María González y Martín Vila, en un Pleno municipal.

José María González y Martín Vila, en un Pleno municipal. / Lourdes de Vicente

El alcalde José María González ‘Kichi’ y su teniente de alcalde de Urbanismo, Martín Vila, trataron el viernes de darle normalidad a los desacuerdos que tienen los dos socios de gobierno que forman la coalición de Adelante Cádiz. En concreto, el segundo llegó a decir que no era la primera vez que se producía. Y algo de razón no le faltaba. Sin embargo, sí hay diferencias muy notables con respecto a las anteriores discrepancias, hasta el punto de que se ha convertido en la mayor vía de agua abierta entre las dos partes en los siete años de Gobierno.

La primera de las diferencias es la virulencia. Hasta ahora las armas que se utilizaban eran simples dardos que creaban pequeñas heridas que se podían curar con apenas tiritas. Ahora lo que se ha sacado a pasear son espadas que crean daños de gravedad y con varias trayectorias.

Lo segundo, y esto ha sido lo más novedoso, es que ha cambiado la dirección de la crítica. Desde que hace más de seis años y medio llegaran al gobierno de San Juan de Dios, primero como dos fuerzas independientes pero próximas, y ahora bajo unas mismas siglas, las críticas y los tirones de oreja siempre habían ido en una sola dirección, es decir, desde Ganar Cádiz (la parte que lidera Martín Vila) hacia lo que era Por Cádiz sí se Puede y hasta hace poco Podemos (la de Kichi). Efectivamente, ha habido una larga lista de críticas públicas que comenzaron desde las barbacoas y la recepción de la medalla del Nazareno en el minuto 1, a la concesión de la Medalla de Oro a la Patrona de la ciudad o la gestión que se hizo en el primer mandato en Servicios Sociales.

La reacción de Kichi y los suyos públicamente fue la de la callada por respuesta y simplemente darle normalidad a las críticas. Algo así como poner la otra mejilla.

Sin embargo, ya poco a poco se empezaron a responder las distintas críticas de Ganar Cádiz hasta el punto de que hace unos meses, en referencia a unos despidos en Servicios Sociales, ya sí fue más contundente. En aquel entonces hasta acusaron a los concejales de Ganar Cádiz de pedir a uno de los ediles de la otra parte, en concreto a Demetrio Quirós, que prevaricase “para quitarse ellos el peso de la responsabilidad”.

En la novela ‘Nunca’ de Ken Follett, se narra una historia sobre geopolítica internacional que comienza con un pequeño conflicto en el África sahariana pero con los múltiples intereses de las potencias en cada movimiento que se produce, la escalada de violencia va creciendo mas y más hasta que ya es incontenible.

Si curioso es que ahora el ataque y las críticas se han producido en la otra dirección, es decir, desde la parte de los anticapitalistas hacia la de Ganar Cádiz, lo importante es que el choque lo protagonizan los dos líderes de la coalición. Ya no es el conflicto perdido en el sur del Sáhara, si nos ceñimos al libro, sino que directamente se han metido EE UU y China en guerra.

Sin embargo, lo más grave está en el fondo, hasta el punto de que a Martín Vila lo ha dejado en una posición muy tocada y desacreditado públicamente en el ejercicio de sus competencias y eso sí que puede tener unas consecuencias graves de cara al futuro.

El alcalde ha ninguneado públicamente la labor de Martín Vila y la aplicación de una norma aprobada en Pleno con su propio voto.

Eso tiene unas consecuencias peligrosas. Por un lado, ha empoderado a los hosteleros que ya han podido ver dónde está la vía de agua en el equipo de Gobierno. Saben que Vila, que para ellos es un ogro y un enemigo público número 1, ha sido debilitado y se le ha dejado sin armas. Es el poli malo mientras que el alcalde es el poli bueno.

Después la frase utilizada por Kichi de que “la normativa hay que cumplirla pero la gente tiene que comer”, como eslogan populista es perfecto pero tiene unos efectos que en el futuro se le puede volver en contra. ¿Y si mañana varios hosteleros de La Laguna, por poner un ejemplo, también quieren un tratamiento especial? ¿Estos no tienen derecho a comer o hay que aplicarles la norma hasta sus últimas consecuencias? Si se abre la veda una vez, es difícil volver a cerrar la puerta.

Hace meses se acusó a los compañeros de Gobierno de haber sugerido que se tomara una decisión con las trabajadoras despedidas de Servicios Sociales que podría llevar a la prevaricación. Saltarse la norma en el caso de La Palma también podría llevar a llevar a cabo una acción a sabiendas de que no es legal, por lo que tendrán que hilar muy fino. Otra cosa es que el acuerdo o la solución especial vaya a ser mirar para otro lado.

Y en cuanto a la flexibilidad. ¿Se puede aplicar el mismo criterio en otras obligaciones municipales? Por ejemplo, alguien que diga que no va a pagar el IBI porque no llega a fin de mes y pida un tratamiento especial para que se le exonere del pago.

Martín Vila ha quedado en una posición pública de debilidad absoluta por culpa del alcalde y es difícil que eso pueda volver a su sitio. La dimisión podría ser una salida pero si algo no se le puede echar en cara a Vila es que ha sido el edil que más ha gestionado en todos estos años y que más proyectos ha sacado adelante, también por una obstinación en aplicar el programa político con el que se presentó. Toda la flexibilidad que quieren unos, en su caso hay una mayor rigidez. Vila nunca ha sido percibido como uno de los suyos, como si de un concepto de familia siciliana se tratara, a pesar de que buena parte de los logros han venido por su parte.

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