El Alambique
Rafael Morro
Lo que la verdad esconde
Observo con indignación cómo se talan árboles en nuestras calles, plazas y parques. Hay responsables municipales y técnicos del área de menos ambiente que le tienen alergia a los árboles. Pensarán que mientras menos haya, menos trabajo.
No hay que recordar los beneficios del arbolado urbano, ahora más necesario que nunca ante el cambio climático que provoca frecuentes y agudas olas de calor. Una acera arbolada puede tener hasta 10° menos que otra soleada. Beneficios impagables que alcaldes y concejales, y algunos vecinos y vecinas, desprecian.
Y pagamos muchos millones de euros a una empresa -en este ayuntamiento todo se privatiza- para que conserve en buen estado el arbolado y lo aumente. Por eso no se entienden esas podas abusivas para reducir las copas y la sombra, a la vez que se les infringen un serio daño a los árboles. Además, ahora podan en primavera y verano; inexplicable.
Teníamos calles que eran frescos túneles arbolados, como la avenida de Andalucía, hoy convertida una calle desolada con un calor insoportable. Se construyen paseos, como el fluvial junto al Guadalete, donde en días soleados no hay quien pasee. ¿Tan difícil es diseñar calles, plazas y paseos con abundante arbolado para facilitar su disfrute y no tener que pasear con una sombrilla?
En la calle Misericordia se plantaron pequeños naranjos, que se han terminado secando. En la plaza del Castillo se sustituyeron unos grandes cinamomos por unos ridículos cipreses. Allí no hay quien pare cuando castiga el sol.
Y para colmo cuando se talan los árboles, como ha sucedido en la avenida de la Constitución, se cierran los alcorques, para no dejar huella e impedir su reposición. En la avenida del Cisne se taparon todos los alcorques, tras dejar morir los árboles y arrancar los que habían plantado los ecologistas con alumnos del IES Juan Lara.
A Medio Ambiente siempre se destinaba el concejal o concejala más inútil, que para tomar decisiones ya estaba Caraballo. Ahora Beardo manda al imputado Garay, que de tráfico de influencias sabrá mucho, pero de árboles nada. Y cobra 63.000 € al año.
Una ciudad que podría ser “verde” -como Vitoria-, terminará siendo un desierto insoportable de asfalto y hormigón.
Y actualmente se está desmontando el bosque del Rancho Linares para construir.
También te puede interesar
El Alambique
Rafael Morro
Lo que la verdad esconde
El parqué
Continúan los máximos
Madríbarça II
El Alambique
J. García de Romeu
Cuentos de Navidad
Lo último